UN MINUTO DE CORDURA
Publicado el August 20, 2020
Quisiera que este comentario, inspirado en el optimismo de siempre, les llegara a mis amigos, los amables lectores, como un mensaje que desea llamar la atención a los hombres de buena voluntad, de Venezuela y del mundo, modestia aparte, sobre el estado agónico a que llegado nuestra patria, para que la lástima que da, dicha la expresión sin tono sensiblero porque lo que da es arrechera, los mueva a acciones solidarias y se aplique recursos de salvamento, como el de la “responsabilidad de protección”, el TIAR –tratado interamericano de asistencia recíproca-, las recomendaciones y acuerdos de la OEA, los pronunciamientos del Grupo de Lima, la activación de la Corte Penal Internacional –incursa en denegación de providencias, en mora de encubrimiento, en retardo procesal cómplice- , meter en balanza el reconocimiento de 60 países, la firmeza de la Unión Europea, el formidable apoyo de las instituciones democráticas de Norteamérica: EEUU, los contundentes informes de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Sra. Michelle Bachetet, en fin, un sin número de pronunciamientos de personalidades e instituciones que condenan la implantación de la dictadura de Maduro –gobierno usurpador- con el apuntalamiento obsceno de altos mandos militares, que previamente corrompió el chavismo por instrucciones del castro-comunismo. Claro está que al hablar de corrupción el campo se explaya y adquiere visos de sunami, invadiendo a todos los poderes públicos y malandraje internacional – Alex Saab, entre la cárcel de Cabo Verde, preso en un avión para cambiar de alojamiento de continente a continente—entre paisanos te veas-. El poder judicial, el que mayor apena porque dice interpretar las leyes ¿las del garito acaso?. El mercenariato en diputados –operación alacrán-. El nombramiento y funcionamiento, alejado de principios éticos, morales, sin fundamento de legitimidad en ningún caso, que atiende más al prontuario que a los méritos, en todos los cargos que se le ocurra. Todo es un asco. Ruego a DIOS que nos dé “un minuto de cordura”, para que, empezando por los militares, reflexionen sobre el papel que están haciendo, sin darse cuenta que están perfilando el suicidio institucional. La consabida defensa de la soberanía no es más que una cobija de retazos para arropar el tráfico de drogas y el enconcha miento de grupos guerrilleros delincuenciales de la Gran Colombia y hasta del medio oriente –hezbolá-. La injerencia de Cuba, Rusia, China, Irán, se confunde con entrega en bandeja de oro de sangre con el despojo a nuestros indígenas de los territorios que por derecho natural les pertenece. El arco minero de Guayana pasará a la historia como el más grande ecocidio del mundo, aupado por la ambición de cogerse y repartir sus riquezas por Maduro y sus gentes, Cicilita, Nicolasito y sobrinos incluido, con saldo de tierra arrasada manchada de sangre, vísceras y excremento de indígenas, guerrilleros, soldados, y aventureros… ¡Podrá hablarse de soberanía en esos lares. A quien se habrá de culpar si por desgracia (¿?) se corre la misma suerte del Esequivo. El minuto de cordura nos llevará a pensar que todos somos responsables, por acción u omisión. Que llamarse venezolano compromete la esencia del gentilicio que se nos legó desde el momento en que nos declaramos patria libre. Que fuera de nuestra nación, la solidaridad del ser humano habrá de darle cuerpo a ese poderoso movimiento civilizatorio que ya empieza a difundirse como “coalición global de países” para borrar la dictadura que impera en Venezuela. Que no es ningún irrespeto pedirle al Santo Padre que interponga su magistral y sabia persuasión para que los autores intelectuales y materiales, armados o desarmados, de uniforme, camisa o blusa, cesen sus prepotencias y se redescubra el camino de la convivencia en paz, de la armonía en la confrontación de ideas para reconstruir la republica, de la incomprensión interpartidista. Por sobre todo, que no se muera un niño más de hambre o carecer de una medicina, que no tenga una escuela del tamaño del sueño de sus padres y pensar que ya no hay mañana. “No derramar ni la sangre que cabe en un colibrí”, la más grande y bella diminuta creatura. El barniz poético debe acompañar ese “minuto de cordura” y tener presente que nuestros himnos son cantos a la libertad, el honor al pueblo, el amor a la patria, el odio a las cadenas y a la tiranía, el respeto a la ley, la convivencia y la paz. Debo agregar y ser muy claro que la mira de este comentario apunta al usurpador y su grupo, porque si bien a Guaido y a la oposición que lo respalda le hace falta reflexionar sobre la gravedad y la urgencia de atender el cuadro agónico que sufre el pueblo, su “minuto de cordura” debe ser un toque de “locura”, de esa quijotesca que han tenido los grandes conductores de la humanidad: Bolívar, rayo de muerte en la guerra y arco iris en la paz; Gandhi, que en sandalias y casi desnudo, logró la independencia de la India; de los atrevidos estudiantes del “28”; de los loquitos estudiantes y soldados que el “23 de enero de 1958”, arriaron la “vaca sagrada con el dictador adentro. Es la audacia creadora, heroica, la fuente ovejuna que mató al comendador, que nos está haciendo falta para echar a Maduro y con el mayor de los entusiasmos, trabajo y talento, reconstruir el más bello y encantador país de América. DIOS MEDIANTE, con Maduro afuera, hasta la otra pandemia nos respetará. GLORIA A VENEZUELA Y A TODO EL MUNDO DEMOCRATICO.
← Volver al índice