SIEMBRA DE HOMBRES
Publicado el August 09, 2010
En Pueblo Llano, Bailadores (solo menciono a dos, de los más emblemáticos, pero estoy seguro que son todos los pueblos de los Andes Venezolanos), antes que a cultivar hortalizas y criar ganados se les siembra a los hombres la dignidad de serlo. Esta podría ser la oración que recoja la disposición y entereza con que los habitantes de estas tierras de ancestros indígenas, de perseverancia en el trabajo, de amor a la familia, a sus creencias, a sus tradiciones, de respeto a sus pertenencias y a la palabra empeñada, de legítimas aspiraciones a la formación de su personalidad y a sus sanas ambiciones, que tienen en su haber ser los municipios que más producen alimentos en el país, con admirable y aún más respetable valor, están recibiendo el impacto de la aplicación de una ley absurda, violatoria de la Constitución y otras leyes, y del derecho natural de las prácticas y costumbres que nadie abjura. Se trata de ese otro instrumento legal recientemente aprobado por la Asamblea Nacional: Reforma parcial de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. Digo ese otro instrumento legal, porque ya son varias las artimañas legislativas con que el gobierno-régimen más incapaz y disparatado que ha tenido Venezuela desde hace once años, prepara el caldo de cultivo para poner a producir, definitivamente, el germen del Castro-comunismo, que para mayor asombro, los jerarcas criollos conocen a la perfección que es un absoluto fracaso, endémico y de aplicación continuada durante 52 años.
Viejos amigos del páramo, cuyo recuerdo me llena de orgullo a pesar del dejo de tristeza de saberlo fallecidos: Tolentino Paredes, Sinforiano Rondón, Audelino Delgado, Quintiliana Molina, y otros muchos que en mi memoria juegan con el afecto de haberlos visto actuar con reciedumbre impregnada de bondad, de dedicación a las causas democráticas, de ese afanoso empeño de llevar adelante planes en beneficio de sus comunidades, de amor al terruño y respeto y distinción al amigo. Y porqué no registrar los nombres de otros ciudadanos, con quienes también me unen lazos de amistad, cultivados en la lucha común ya no solo en las tierras altas sino en el ámbito de la geografía nacional, porque sus preocupaciones trascienden de la querencia por el terruño para tomar impulso en valores más universales. Me apena la mención de unos pocos, pero se y saben los muchos que no hay distinción al mencionar solo a tres (porque el afecto y consideración es la misma para todos): Publio Paredes, Carlos Molina, Jesús Manuel Moreno, quienes en su diario trajinar de hombres empresarios hacen tiempo para trasmitir a la población sus patrióticas inquietudes para salvar las instituciones republicanas y democráticas.
Los párrafos anteriores adquieren cuerpo de mensaje más convincente si traemos a colación algunas anécdotas de cómo están reaccionando las comunidades de los campos merideños y de otros estados. En primer lugar la valentía que han tenido para denunciar la irresponsabilidad en el manejo de la importación de semilla de papa, que va de la mala calidad que da lugar al muy bajo rendimiento y consiguiente pérdida ruinosa de los productores, pasa por el acoso en la concesión y otorgamiento de créditos, con las consabidas presiones de favoritismo para provecho solo de los conmilitones “rojos rojitos”, hasta llegar al descaro y perversidad de incorporar a la semilla de papa a ese monumento a la “gran estafa”, nauseabunda, con que el gobierno central puso andar el mayor plan de importación de alimentos y que devino en el desnudamiento de la corrupción en los niveles más altos de la jerarquía revolucionaria gobernante con participación, complicidad y encubrimiento de jerarcas del comunismo cubano –Bárbara Castillo Cuesta-, encarnado en el más encumbrado poli funcionario del chavismo, Rafael Ramírez. Este último personaje, al que no le pica ni coquito, por la sospechosa protección de secretos bien guardados, solo se ha molestado de buscar “inocentes” palabras –inapropiados- para desviar el inconmensurable robo al erario público. Agréguese que en las reuniones y asamblea de productores el rechazo al malintencionado cuerpo legal, otro más para perseguir la legítima propiedad, tenencia de las tierras, y contractuales negocios para sus cultivos, ha sido absoluto y contundente, al punto de oírse expresiones varoniles en boca de humildes labriegas: mis parcelas y mi trabajo los defiendo hasta con mi vida. ¡Por Dios! No permitamos que la insensatez pseudo revolucionaria, por culpa de una Asamblea Nacional –Poder Legislativo- incapaz, llegue a alterar la paz y el sosiego de cualquier sector de nuestra población. El 26 de septiembre próximo tendremos oportunidad de ir a votar por un cuerpo legislativo, equilibrado, consciente, representativo y que en ningún instante atente contra la soberanía popular y su expresión máxima, la Carta Magna, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
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