RETO A LA CIUDADANIA
Publicado el May 16, 2009
En Venezuela están ocurriendo tantas cosas, hechos y actos, acontecimientos, en gran parte contrarios a la Constitución y Leyes, y en no menor porcentaje protagonizados, directamente o bajo su inspiración, por el propio Presidente de la República, que por elemental respeto a nuestra condición de hijos de esta patria -tierra de gracia- no podemos ver con indiferencia y memos refugiarnos en esa especie de resignación despectiva y cobardona que pudiera parecer como celestinesca complicidad de esa carrera desenfrenada para la destrucción de nuestras culturas democráticas, de las tradiciones e instituciones republicanas, del logro de haber sembrado en tierra fértil y estar cosechando ya la semilla de la descentralización y, en fin, del atentado a nuestra ideosincracia, a nuestra manera de ser sin complejos, sin divisiones y exclusiones, sin que nadie honestamente, libre de pillerías engañosas pueda pregonar que “ser rico es malo” y divulgarlo como axioma cuando en la propia sangre y en la de los miembros de la tribu hierve el desespero por enriquecerse a cosa de cualquier corruptela, sin detenerse a meditar que más temprano que tarde tendrán que rendir cuentas.
Cuando nos detenemos a pensar en el cuadro tétrico, dramático, que hoy por hoy, presenta nuestro país, tal vez por rechazo a la insensatez, la reflexión se inclina a darle cabida a la idea de un desquiciamiento contagioso y que la tal revolución no es tal. Aunque todo luce como algo fríamente calculado y hasta llegamos a creer que las estrategias que orientan las acciones del Presidente y sus conspicuos seguidores son preparadas en cenáculos especializados en la conquista del poder y su dominio ad perpetuam, aunque hay antecedentes históricos que dicen y dan fe de la injerencia de agentes exógenos en todo lo que tiene que ver con los afanes y empeños de llevar adelante el “despelote”, es explicable humanamente que nos resistamos a creer en semejante locura; es decir, que el beneficio de la duda se aloja también en nuestra mente como una concesión al convencimiento de que los venezolanos, actores del despelote o víctimas del mismo, no pueden estar en sus cabales, por lo que el problema en su conjunto, que es político, para su análisis y consideración, científico o pragmático, se presenta como enfermedad digna de atenderse por especialistas en psiquiatría-política. Acépteseme esta brevísima apreciación como un enfoque piadoso no solo para la conducta del Presidente y su responsabilidad en los daños que le está causando al país, evidentemente incurso en violaciones a la Constituciones y la Leyes, sino también para quienes deberían ser sus contrapesos, los responsables de los otros poderes públicos, sumidos en entrega vergonzante y vergonzosa. Cómplices en alto grado por no haber tenido la entereza de reencauzar la institucionalidad y haber frenado a tiempo la conducción disparada y disparatada hacia el Castro-Comunismo, que ninguno de ellos podrá aceptar honestamente como ejemplo de proyecto ideológico y de práctica de gobierno humanamente aceptable. Debemos agregar, no sin cierto dejo de desánimo, de tristeza por no haber sido más activo en la defensa del país y de quienes manifiestamente adversan al autoritarismo militarista, la cuasi dictadura, y también a aquellos que por inconsciencia, ignorancia u oportunismo la aceptan, la toleran o aprovechan, que la solicitud misericordiosa nos debe arropar a todos, sin distingos de tendencias político-partidistas, gremiales, profesionales, sindicales, creencias, edades, sexo, posición social o económica. Debemos recordar, ahora más que nunca, conforme lo hemos desarrollado en anteriores entregas, que la nación vive un “estado de necesidad” y frente a él es obligatorio actuar. Que si el derecho natural, consagrado en la instrumentación positiva del ordenamiento legal como norma a la par de la legítima defensa, nos mueve a salvar la creatura o el bien amenazado por el desquiciado, insensato, loco, por obra de acciones que eviten el descalabro, así sea comprometiendo la inactividad del potencial delincuente, nuestra conducta se verá amparada por la inculpabilidad jurídica y el respeto y admiración de la sociedad.
En orden a lo expuesto creo oportuno traer a colación el comportamiento de distinguidos compatriotas venezolanos, cuyos nombres ya han pasado a los anales históricos de las luchas político-sociales de Venezuela y el mundo, tanto por haberse metido en un proyecto revolucionario “trágico como errado”, así como por haberlo diseccionado y con la mayor entereza y aún más valentía personal, reconocer como en sus años mozos, el impulso romántico de su juventud, los hizo abrazar la filosofía y el proyecto revolucionario que se impuso en Cuba luego de arribar al poder Fidel Castro con la derrota del dictador Fulgencio Baptista -el marxismo leninismo- , confesando sin complejos ni reservas haber estado totalmente equivocados. Pero lo más importante en este especial señalamiento y referencia histórica es que el Castro-comunismo si dio – y le da, agregamos- respaldo subversivo: “envió toneladas de armas a las costas falconianas “ a quienes han querido acabar con la democracia en Venezuela. Machurucuto es palabra que debe resonar en la mente de todos los venezolanos y su carga de ignominia pesara en la conciencia del país invasor, así se arrodille con la mano tendida en busca del barril de petrolero encubridor. Los valientes, distinguidos compatriotas venezolanos, son muchos, creo hacerle reconocimiento a todos, mencionando, con el mayor respeto a Héctor Pérez Marcano, Américo Martín y Douglas Bravo. Para concluir, debo recomendar, también de manera muy especial, la lectura del libro: LA INVACION DE CUBA A VENEZUELA de Héctor Pérez Marcano y Antonio Sánchez García. Para la ciudadanía el reto de salvar la democracia, la libertad y la paz está vigente, asumámoslo.
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