RAZONES PARA VOTAR EL 26 DE SEPTIEMBRE
Publicado el July 29, 2010
Planteado el voto en términos de ejercicio de un derecho o el cumplimiento de un deber de ciudadanía y en ambos casos como expresión de soberanía popular, consagrada en nuestro país desde hace sesenta y cuatro años -1946- cuando Rómulo Betancourt promulga el Estatuto Electoral que define los alcances del sufragio como instrumento del civismo para oponerse al autocratismo y al militarismo, siendo en sí, por su inmensa transcendencia, el acto con que el Presidente Betancourt se reivindica con creses por haber participado en el derrocamiento de Medina Angarita y que pudiera calificarse como uno de los acontecimientos políticos de mayor significación en la historia constitucional del S. XX venezolano, ir a votar cuando se convoque, es por consiguiente, la reafirmación del orgullo de sentirse hombre o mujer auténticamente libre, en plena posesión de la soberanía que la nación, como ciudadanos, les deposita en sus manos , corazón y mente, y le encarga el destino del país en la defensa de su institucionalización como república independiente, libre, democrática.
En apretada síntesis, pudiéramos decir que darles el voto a los hombres y mujeres mayores de dieciocho años, supieran o nó leer y escribir, directo y secreto, es hacer real e irreversible el concepto de soberanía que le da cuerpo a un territorio, poblado y culturizado, para que se le estime y respete como nación en el concierto civilizado del mundo. Y que de no concretarse en esta disposición, de principio y rango constitucional, el sufragio universal, directo y secreto, no pasa de ser más una que parte delimitada del planeta en donde un grupo de forajidos manipula para aparentar alguna formalidad de supuesta alternabilidad en cargos de remoción periódica.
Aparte de las consideraciones conceptuales y el reconocimiento de su trascendencia histórica, deberíamos destacar que su arraigo como principio constitucional indomeñable e inviolable, desde que se instaura como práctica de selección y cambio en los cargos de elección y representación por decisión de la voluntad del pueblo como la única salida pacífica, su fuerza es de tal magnitud que nadie, persona jurídica o natural, pueda desconocerla, aún cuando las aberraciones de fuerzas o regímenes dictatoriales lo han intentado –gobierno de Pérez Jiménez- y la tozudez de los rezagos que aún quedan pueda envalentonarlos para su execrable recurrencia. Dándose casos en que los organismos –Poder Electoral- no han estado a la altura de su inmensa responsabilidad, observación de la que no escapa el actual CNE, evidentemente sumiso y parcializado, pero en todo caso absolutamente imposibilitado para desconocer la soberanía popular que el sufragio representa.
Con base a lo dicho en los párrafos anteriores y en virtud de que el régimen imperante en Venezuela tiene antecedentes de haber utilizado el golpe de estado como atajo para llegar al poder (frustrado por la consistencia y firmeza institucional de las FAN de aquel momento -1992- y por la entereza y valentía del Presidente Carlos Andrés Pérez), debemos insistir en la importancia del voto para valorarlo como el gran instrumento con que los pueblos puedan dirimir sus problemas y hacer que la alternancia de los ciudadanos en los cargos públicos se convierta en práctica de civilidad, contraria por consiguiente a la barbarie del empoderamiento a perpetuidad, característico de las satrapías, ejemplo emblemático, los Castro en Cuba con su régimen comunista, anquilosado por más de 52 años. Que a estas alturas se la califique de “mar de la felicidad” es caso de psiquiatría.
Las razones para ir a votar en cualquier momento en que institucionalmente se requiera, son muchísimas. Pero en las actuales circunstancias, a escasos días de la escogencia del nuevo Poder Legislativo, la reflexión más importante para hacerlo, es el “estado de necesidad que nos obliga a actuar para salvar la República”: en nuestras manos no se perderá la República. Desde ya, nutridos de ese entusiasmo contagioso que caracteriza los grandes acontecimientos protagonizados por las multitudes, como si la Mano de Dios nos arriara con su bendición benévola, dispongamos a llevarla a feliz término. QUE DIOS Y LA PATRIA OS PREMIEN…
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