QUE DEBEMOS HACER
Publicado el July 24, 2009
Pudiera ser que la prudencia, o el miedo, nos limiten el deseo de expresar lo mucho que pensamos sobre lo que está sucediendo en nuestro país. En la mayoría de los venezolanos la mente se ha cargado de infinidad de pensamientos, que van desde evadirse de la realidad avasallante, contraria a la ideosincracia convivencial, inclusiva, solidaria, democrática, al otro extremo de arraigarse cada vez más, justo para defender con la mayor entereza esas características que nos hace un pueblo excepcional, que nunca ha dejado de ser “tierra de gracia”. Para quienes pensamos que la lucha está aquí, la fecundidad de la mente nos plantea también muchas salidas. Algunas, la prudencia o el miedo, como ya hemos dicho, ni siquiera nos permite abrigarlas para darles calor como fórmulas factibles con que pudiéramos salir de este desastre; pero como el término desastre es leit motiv de cualquier repuesta a los interrogantes que a diario nos acosan, acrecentado por los contactos con los amigos y relacionados, interlocutores que en su totalidad nos ex pectan: ¿Pero bueno… qué debemos hacer? Vale la pena entonces que digamos algunas de esas ideas, con la advertencia de no ser únicas y de estar bullendo en la mente como pensamientos que flotan en el ambiente; es decir, que no tienen paternidad ni son fórmulas sacramentales engendradas en conciliábulos conspirativos. Por el contrario, son producto del deseo acicatean te de ver a la nación encausada por el reencuentro y reconstitución de su institucionalidad. Hecho propósito en el que participan tanto los que están aquí y no quieren o no pueden irse, como aquéllos llevados por la diáspora hostil a pasear su humanidad en otras latitudes y para quienes siempre tendremos la conmiseración de saber que sus exilios son contrarios a su voluntad, forzados en su gran mayoría por la persecución política, limitaciones de empleo, fuga justificada de cerebros, cuando no impulsados por la no menos respetable advertencia de querer para sus descendientes, hijos, nietos, un mundo que no se parezca en nada a la Cuba castro- comunista.
Enfocado conforme a lo expuesto, lo primero que debemos hacer es poner orden en nuestras mentes para examinar con crudeza ese empeño de dominar e imponer una revolución fracasada, cuyos postulados ideológicos han contrastado con la realidad en donde se ha pretendido asentar. Debemos recordar que en la cuna del socialismo científico –comunismo-, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el régimen que lo sembró, a sangre u fuego, duró cerca de 70 años, y que el monstruoso régimen de Hitler, también autocrático dictatorial, levantado sobre montañas de cadáveres con la promesa que duraría 1000 años, se derrumbó, aplastado, cuando apenas tenía 12 años. Nuestra América está llena de ejemplos dolorosos pero también de salidas airosas, en estos paréntesis de barbarie irracional. Noriega y Fujimori, para citar solo dos que aun respiran, encarnan en estos momentos la prepotencia de quienes se encumbran para luego sentir en sus propios huesos la estrepitosa caída, en la cárcel, como trayectoria y destino cierto de todos los autócratas.
Tener presente estas reflexiones es muy importante en momentos en que las violaciones a la Constitución se ejercitan de la manera más abusiva y como un proyecto que no oculta ser copia al calco de la perversidad con que se ha manejado el castro-comunismo durante 50 años. Pero es más importante, el que estas apreciaciones se compartan con todos, sin distingos de ningún género, considerando que es más importante hacerlo con quienes aún creen o tienen dudas de la orientación totalitaria del llamado chavismo, pues es característico de esta buena gentes dejarse llevar por las mentiras repetidas –la más reciente es la que el “líder” tiene un sueldo de solo 2000 Bs. y que de vez en cuando se compra un pantalón-.
Por supuesto que decir lo que nos inquieta en relación al acontecer de nuestro país, contrario a la democracia, es bien difícil. No es fácil, como lo dice el respetado y admirado periodista de Glovosición, Dr. Leopoldo Castillo, pero como él lo sabe hacer, y lo hace , debemos entender que es un deber de ciudadanía comunicarnos con nuestros compatriotas y tratar, desde distintos ángulos y enfoques, sobre lo que la conciencia nos dicta debemos hacer para reencauzar la institucionalidad democrática en Venezuela. Empecemos por comunicarnos, por dialogar, por hacer de la tertulia una gran oportunidad para intercambiar puntos de vista y fortalecernos en la convicción de que, con Dios mediante, todo se resolverá felizmente.
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