No podemos callarnos ni cansarnos.
Publicado el December 14, 2019
Esta Navidad que ya no trae alegría y el cierre del año es el más triste de nuestra historia, sí nos llena la mente de pensamientos negros porque se está alejando de nuestros corazones la esperanza al ver en el rostro de los niños sin futuro, amamantados de la muerte, por falta de nutrientes de vida, de salud, de educación, de cuidados, de amor, y en la voz cansina de la afligida mujer pordioseando el mendrugo de pan, pidiendo la moneda devaluada que no alcanza ni representa cambio alguno, y los hombres sumidos en la incertidumbre ¿dónde están?... Tal vez refugiados en la cola de la rabia impotente que les castró la clase, la ocupación y el trabajo, de los planes que les frustró la diáspora migratoria de hijos, hermanos y amigos, soñada en el algo mejor que les negó la Patria en tierra extraña. Y por qué no decirlo, si eso no es pecado, del deseo inconmensurable de ver hecha realidad la voluntad de todo un pueblo, el venezolano, de desaparecer de la faz de la tierra a los déspotas, criminales que desde hace veinte años se solazan, se enriquecen, se refocilan, en proporción inversa a como maltratan, a como pervierten, a como engañan, a como empobrecen, persiguen, encarcelan y matan a cualquiera que ose disentir del más nefasto gobierno que Nación alguna haya padecido. Su gravedad se hace mayor porque a su principal factor de mantenimiento, en la dominación y empoderamiento, en el saqueo de esta Tierra de Gracia, señalado sin reticencias, e inequívoca identificación a los militares, nuestra FANB -a quienes los corrompieron de tal forma y magnitud, que ya no tienen escrúpulos, ni por su glorioso pasado ni por su pundonor institucional-, de dejarse penetrar y manejar por regímenes en donde se ha concentrado la maldad del Castrocomunismo y son fracasados estertores del marxismo dogmático, devenido en guerreristas, en vendedores de armas, en narcotraficantes, aferrados en mantener puentes geopolíticos y hacer de nuestros jóvenes en Latinoamérica, instrumentos colectivos de agitación y destrucción de sus propias instituciones y bienes, todos voraces por nuestro oro, coltán, piedras preciosas…Nuestros militares no quieren ni los dejan darse cuenta que con la destrucción política, económica y social de Venezuela, va con ellos su total defenestración, es un suicidio descomunal, un “agujero negro” en la historia universal. Pero ante este cuadro doloroso, trágico, dantesco, recordemos al Libertador Bolívar en Pativilca: TRIUNFAR. Desafiemos la barbarie y tengamos siempre presente que Dios nos acompaña y nos impulsa mediante el “PADRE NUESTRO” y la Constitución Nacional a echar a los déspotas. Muy pronto se reinstitucionalizará el Estado de Derecho, la Democracia, la Justicia y la Paz. ¡Salud y Amor a los hombres de buena voluntad de Venezuela y del Mundo!
← Volver al índice