MAESTROS DE LA CIUDADANIA
Publicado el March 05, 2009
Cuando las circunstancias nos acosan y pareciera que el camino se estrecha y se nos dificulta avanzar a tal punto que la voluntad pudiera verse afectada en el empeño de ir hacia adelante, buscando bienestar personal o el de nuestra familia, y por elemental instinto gregario ver a la comunidad y sociedad en que nos desenvolvemos en condiciones de superación constante, templar el ánimo recurriendo a Dios es infalible. Pero si Dios hizo a los hombres a su imagen y semejanza, es en ellos en quienes debemos ver la solución. Por supuesto que la solidaridad debemos estimularla, pidiéndola sin complejos y dándola sin reservas. En el mundo hay seres que por su formación y vocación se entregan sin límites a causas superiores. En mayor grado lo hacen los maestros. Es justamente en este momento aciago de la historia en que la esperanza debe centrarse en buscar en la enseñanza el “camino de la verdad y la vida”, en saber que con sus prédicas, con sus lecciones, dadas con el ejemplo y su perseverancia en divulgar conocimientos, se va labrando la personalidad de los hombres libres, se dota a esos mismos seres de los instrumentos y la sabiduría para enfrentar el engaño, la mentira, los señuelos con que falsos redentores, mesías vocingleros, anacrónicos caudillos, quieren hacerse a un pedestal para edificar sus primitivas ansias de dominio, modeladas en una de las más abyectas dictaduras de los últimos cincuenta años, el castro-comunismo cubano.
No quisiéramos desviarnos del propósito de estas reflexiones haciendo referencia a hechos y conductas desagradables, preocupantes por sus nocivos efectos e inocultables daños, pero es tal la arremetida contra el país decente, lo que pudiéramos calificar como el objetivo central del régimen imperante, o sea la de minimizar al ciudadano frente a la potenciación del estado, visto este como el más poderoso medio para dominar e imponer a perpetuidad la voluntad y caprichos de unos pocos, que necesariamente debemos reseñar las evidencias más ostensibles de querer imponer un sistema político-económico contrario al acervo cultural, la formación moral y familiar, la tradición civilista, en contra posición a prácticas autocráticas de dominio militarista y, en fin, a la liquidación de la democracia que con todo a su fallas y los ataques y críticas que maliciosamente le hacen, por ser perfectible, no queremos, por ningún concepto, cambiar.
En el párrafo anterior creemos haber planteado el gran problema que se vive actualmente en nuestro país, o sea la imposición del Estado frente al Ciudadano a como dé lugar, sin importarle a quienes manejan esta estrategia, propios y extraños, que hasta la esencia del llamado socialismo que dicen profesar se vulnera como principio auténticamente revolucionario. El verdadero socialismo científico (comunismo) se orienta a la eliminación del Estado. Por consiguiente lo que se ve en Venezuela no es más que el obsoleto y corrupto capitalismo de estado, la misma vieja y fracasada práctica que vivió la URSS, la Europa del Este, y ese fosilizado primitivismo que a duras penas, dolorosas las más, quieren mantener en Corea del Norte y Cuba.
Ante un panorama tan tétrico como el que nos toca vivir, ver a los maestros como los mejores aliados para salir airosos del paréntesis, históricamente negativo, es reconocer en ellos a los verdaderos protagonista del rehacer institucional, condenando desde ya cualquier aventura que pretenda utilizar vías distintas a la leyes, fortaleciendo el principio constitucional de si la soberanía reside en el pueblo, él es el soberano, y por consiguiente es al pueblo al que debemos educar para que ejercite a conciencia el sagrado deber y derecho del sufragio.
Invoco para concluir la inspiración que me produce el recuerdo de dos grandes maestros que se empeñaron en hacer de su vida y de su monumental obra, lección permanente de ciudadanía: Luis Beltrán Prieto Figueroa y José Miguel Monagas, educadores para quienes la vida no tenía sentido si no se dedicaba al servicio de un interés de bienestar y superación colectivo. Al Maestro Prieto y al Dr. Monagas como familiar y respetuosamente les llamáramos quienes tuvimos la suerte y la honra de conocerlos, debemos y debe tenerlos presente la nación venezolana por siempre, pero más en esta encrucijada de confusión e incertidumbre, ejercitando a plenitud el mandato con que el primero eternizó su mensaje de optimismo civilista: “Venezuela será lo que sus maestros quieran que sea”. Todos los venezolanos que nos oponemos a la barbarie debemos ser MAESTROS DE LA CIUDADANIA.
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