MAESTROS DE LA CIUDADANÍA (2da version)
Publicado el November 26, 2010
La frase que le da título al presente artículo la construyo de una que se ha utilizado muchas veces, tomada de esa cantera inagotable de sabiduría como lo es el pensamiento escrito y divulgado del Maestro de Maestros, Doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Venezuela será lo que sus maestros quieran que sea”. Confieso que tuve el honor de haber sido su alumno desde que lo conocí como dirigente político cuando creímos que como esclarecido ciudadano debería ser Presidente de la República. Lamentablemente no siempre se aprecia lo que más conviene –el pueblo se ha equivocado muchas veces-. Pero el hecho de haberlo acompañado en su campaña de promoción para optar al cargo, nos confirmaba a cada rato, en cada plaza, en cada calle, en cada entrevista, que Venezuela toda era el aula y que el maestro para dictar la lección que se requería en aquel momento era el Maestro, el “Maestro Prieto”. Testigos de excepción fuimos quienes podríamos llamar los jóvenes de aquel entonces que ahora físicamente “ya no somos los mismos”, pero más que nunca mantenemos intacto el convencimiento de que la nación no encontrará cauce civilista y civilizado mientras no se desplacen las armas y el autoritarismo por los libros y la educación, los militares militaristas por los educadores y la probidad. Estoy obligado a nombrar algunos, jóvenes de entonces, ahora ya no tanto, que tienen por bien pagada la compañía del Maestro Prieto y en su haber sique siendo estímulo, para faenas al servicio de la nación, su insigne recuerdo, sus magistrales lecciones. Luis Hugo Velásquez, David Fermín, Ignacio Fuguet. De los tres, que podría multiplicar por miles en los cofres del afecto, se nos adelantó Nachito, hermano del alma, hijo en la memoria enaltecedora de haber abrazado las ideas prietistas de que la vida que no se dedica al bien común no merece llamarse humana.
Por vía de extensión podríamos agregar que en esa dirección de la rectitud y la verticalidad en la manera de ser, en la vocación generosa de transmitir conocimientos al pueblo para que deje de ser masa amorfa, insumo de dictaduras, despersonalizada de la conciencia civilista que es la esencia de la convivencia democrática, la única que le permite al pueblo su desarrollo integral y estimularse en la esperanza cierta de ver el futuro de su familia sin que nadie pueda torcerle su camino luminoso y, menos, pretender sobre sus hombros edificar tiranías; en esa misma línea de “maestros de la ciudadanía”, tendríamos también que apuntar los nombres de José Miguel Monagas, Bernardo Aranguren, Ramón Humberto Zambrano, Manuel Eloy Calderón … el doctor Carlos Febres Pobeda, egregios ciudadanos para quienes el término “Maestro” les cuadra en la dimensión exacta de haber encarnado al hombre integral, formado para el bien común, el respeto mutuo, preparado para entender el tránsito de la vida aprendiendo y enseñando, sin otra ambición que la de hacer que prevalezca la justicia, la verdad, la libertad y la paz.
Nos toca hacer honor a todos los ciudadanos que en el sentido indicado se han distinguido y hoy, en los momentos dramáticos que hacen de nuestro país un campo de discordia sobre el que cabalgan los antivalores de la corrupción, robo al erario público sin el menor escrúpulo, criminalidad desatada en los más pobres y jóvenes, abusos, amenazas, persecuciones, despilfarro, instigación a delinquir, injusticia en todos los órdenes, todo con el agravante de fraguarse en las altas esferas del gobierno central desde donde se maneja una cohorte preparada para hacer escenarios portátiles de revolucionarismo costoso, con mercenarios criollos e internacionales, expertos en inflar la vanidad del narcicismo entronizado; ante semejante cuadro, no nos queda otra que hacer reconocimiento a la abnegada labor de quienes ya hemos convenido llamar “Maestros de la Ciudadanía”, seguir su ejemplo y convertirnos en sus honrosas réplicas, y con nuestras prédicas y modestas lecciones contribuyamos también a salvar la República.
Concluyo haciendo una especial mención a quienes aquí en Mérida, con su conducta y organización para ocuparse del aciago momento que le ha tocado vivir al país, durante los últimos doce años, le han dado cuerpo a una institución privada, no gubernamental, ni comprometida con corrientes político partidistas ni grupos económicos, conformando un equipo de trabajo que con la mayor amplitud y visión pluralista, ha tomado para sí el análisis del cuadro tétrico y periódicamente, casi todos los martes, se imbuye en los problemas y materias que merecen atención, llegando a conclusiones que bien pudieran ser salidas honrosas al trágico caos. La organización se llama modestísimamente “La Tertulia de los Martes” y sus creadores los ex rectores de la ULA, José Mendoza Angulo, Néstor López, Genry Vargas y Miguel Rodríguez Villenave. A Ellos y los asiduos contertulios, para quienes tal vez sea poco decir que llevan a Venezuela en la sangre y sienten su dolor y maltratos como el de su familia, me permito señalarlos como auténticos MAESTROS DE LA CIUDADANÍA.
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