Alberto Nicolás Newman Briceño

Nov 21, 1936 – Jun 06, 2025

Artículos de opinión del distinguido Dr. Alberto Newman

En memoria de un hombre sabio, íntegro y comprometido con su país.

LOS PRESOS DEL MIEDO

Publicado el April 11, 2009

En Venezuela el transcurrir del tiempo pareciera que cada día se recarga de hechos, de acontecimientos oficiales, y de una cotidianidad malsana, criminal, que nos pone a pensar si seremos capaces de enfrentar semejante locura. En este enfoque, coincidiendo con la semana de mayor recogimiento espiritual, en reafirmación de la fe cristiana, solo nos es viable orientarnos hacia lo que pudiera ser la parte medular del cuadro dramático que se configura en el país, bien porque se quiere contagiar otras naciones, principalmente en Latinoamérica, o bien porque se le está siguiendo el curso a este desquiciamiento para ver su salida, democrática electoral o de otro orden, también constitucional. Consideramos fundamental, medular como hemos dicho, ver la pérdida de las instituciones, de cómo aceleradamente se anula la división de los poderes públicos, su fortaleza y equilibrio, de presenciar con estupor los zarpazos dictatoriales contra la descentralización, equivalente a sentir el remordimiento del desprecio al ciudadano, a su tradición federal republicana, a sus Municipios, a sus Estados, a esa bochornosa persecución a los Gobernadores, Alcaldes, por el hecho de ser demócratas y haber sido elegidos mayoritariamente en sus respectivas entidades. Todo eso en donde se evidencia que no se trata de acciones aisladas, de escaramuzas electorales y saqueos presupuestarios, es, sin lugar a equívocos, la aplicación de una estrategia con fundamento ideológico, impulsada por teóricos del marxismo leninismo que todavía creen que el fracaso del comunismo en la URSS y en la Europa del Este fue una concesión al imperio capitalista. Que si en Cuba aún persiste es también por concesión graciosa y perseverancia en el exprimir revolucionario. Las críticas a la tozudez de Fidel y de su hermano Raúl se desechan por ser prejuicios pequeño burgueses, como sí cincuenta años de privaciones, de carencias de todo tipo y hasta de las muertes y prisiones injustas que cargarán en el prontuario de su haber imprescriptible los Castro no contaran para nada.

Del cuadro caótico que ya es digno de apreciar en nuestro país y que nos mueve a sostener la obligatoriedad de todos los ciudadanos de enfrentarlo a fin de evitar mayor descalabro, en esta entrega, quisiéramos apuntar a la aplicación de la justicia, porque es justamente el poder judicial el que debe dar más muestras de fortaleza institucional en momentos de crisis y el que, por el contrario, es en donde la sumisión llega a extremos aberrantes. El Tribunal Supremo se ha caracterizado por la obsecuencia a los caprichos de las decisiones, supuestamente revolucionarias, del Jefe de Poder Ejecutivo, que por lo visto lo es de todos, y en no menor grado de las ocurrencias del Legislativo, impartiendo en ambos casos, casi con sacramental ritual, la confirmación de lo que hasta ahora pareciera una carrera de resistencia contra la Constitución y las leyes. En el mismo orden y estilo están e Poder Moral, con la Fiscalía General de la República, la Contraloría, la Defensora del puesto -perdón por el lapsus- y en el caso del Electoral, CNE, solo debemos repetir que con un cuerpo con cuatro incondicionales de cinco –la “banda de los cuatro” como los llama Teodoro Petkoff- los procesos electorales desde ya están cantados. Lo menos que pueden pedir los factores democráticos, el término oposición democrática también vale, es el cambio total de quienes lo han conducido, sin respetabilidad alguna.

La cercanía de la Semana Santa nos recuerda que Dios hizo a los hombres a su imagen y semejanza y que cuando el hombre se parece más de DIOS es justamente cuando imparte justicia. Vale entonces preguntarse si el Poder Judicial venezolano tiene presente en este momento el grandioso sentido de la más excelsa comparación que se pueda hacer a u n ser humano. Sinceramente creo que no lo tiene en cuenta porque no lo ha leído ni pensado a motu proprio y que por lo demás la formación en las disciplinas jurídicas y principios y valores morales, en donde debe asentarse el ejercicio de la magistratura, está totalmente ausente en buena parte de los integrantes de este poder, el más importante en cualquier nación civilizada del mundo.

Las observaciones y consideraciones generalizadas que hemos hecho quisiéramos corroborarlas con un solo ejemplo, de por sí más que suficiente a los fines de destacar la desgracia que en materia de impartir justicia estamos padeciendo. Se trata de la sentencia en primera instancia de los directores y comisarios Iván Simonovis, Lázaro Forero y Henry Vivas, y de los funcionarios policiales, a quienes, por haber cumplido con su deber, se les hizo el procedimiento judicial más largo, enrevesado y denigrante de la historia de la aplicación de la justicia penal en Venezuela, con cuya sentencia se dicta penas extremas y en su texto la Jueza, necesario es nombrarla, Sra. Mayorie Calderón, empieza por desconocer el más elemental principio del derecho penal que enaltece el perdón como providencia divina y reafirma la humanitaria disposición de quien juzga: “in dubio pro reo”. Dicho esto a conciencia de que en el caso doloroso de las muertes por las que se le siguió el proceso, haya serios indicios probatorios contra los inculpados. El beneficio de la duda obra en contra del juzgador si no se aplica porque pone al descubierto su imparcialidad y hace aflorar en él, el grado de temor de no complacer con el dictamen al mandante que le ha ordenado hacerlo. Este último también acusa su miedo ante la potencial libertad de los encausados. Creemos que el miedo también está obrando en los caso de los ciudadanos Francisco Uzon, Raúl Baduel, Manuel Rosales –a quien ya se le tiene la trampa preparada para detenerlo- de Carlos Ortega, de Juan Fernández, de Eduardo Lapi, de Nixon Moreno, y de muchos otros civiles y militares, procesados o en camino de serlo, a quienes se les tiene miedo manifiesto … miedo por su entereza, por su recia personalidad democrática, por oponerse a la dictadura in crescendo, y para quienes no ha faltado la diligencia de los mujiquitas a los fines de urdirles las acusaciones delictivas, privativas de su libertad. Son los presos del miedo.

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