LEYES CONTRA NATURA
Publicado el December 30, 2010
Pudiera pensarse que la producción en serie es práctica exclusiva del desarrollo industrial asociado al concepto capitalista de sacarle el mayor provecho a la técnica para acrecentar la ganancia de la inversión en máquinas, capaces de hacer que el bien o producto que va al mercado se multiplique de manera automática y se ahorre así el costo de horas hombre que habrían de emplearse en el caso de tener que hacerlo por unidades; esto es, uno a uno por separado. Dicho en otros términos, la máquina desplaza al hombre. El arte, que es la expresión del quehacer humano para hacer obras individualizadas y en cuya perfección la creatividad nos ha dado muestras de extraordinaria belleza, bien pudiera anteponerse a la producción en serie. Afortunadamente no es así; los hombres han sido lo suficientemente inteligentes para complementarlas y hoy sería una necedad perder tiempo en pensar si aquella práctica capitalista debe eliminarse. Por supuesto, que si se menciona al trueque, es porque existen “revolucionarios” que abrigan semejante disparate.
Las disquisiciones del párrafo anterior, bullen en nuestra mente porque este fin de año hemos visto con asombro cómo la Asamblea Nacional –el Poder Legislativo- dominado por el régimen, en carrera desenfrenada, desbocada, como si se tratara de una producción en serie, coloca en “correa trasportadora”, un montón de instrumentos legales, e imprimiéndole velocidad a los engranajes los aprueba atropelladamente, sin importarle que las instituciones y los sectores de la sociedad a los que afectarán, hayan tenido previamente, como es de ley y de elemental respeto a la ciudadanía, conocimiento y dado su opinión sobre sus contenidos. Pero es que es tan grave lo que está sucediendo que los pormenores sobran. Lo medular debe centrarse en dos enfoques contundentes. Primero: Que todas estas leyes ya fueron rechazadas por la soberanía popular en la consulta electoral del 02 de diciembre del 2007. Y Segundo; que todas estas leyes son violatorias, sustantiva y procedimentalmente, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. El sobornal de la Ley Habilitante es la confesión de parte de la absoluta incapacidad de los diputados actuales, “rojos rojitos”, que se dan un autogolpe de estado, más aberrante si se aprecia que va más allá del 05 de enero, cuando ciertamente se le vence la autoridad para hacerlo y en el colmo del servilismo incurre en “ultrapetitas”, cuando en vez de 12 meses le otorga 18. Es decir, el poder legislativo se auto anuló.
Pero no debemos detenernos solo en la A.N., es necesario ver la actuación del Ejecutivo, en donde el autocratismo no tiene límites. Casi en parejado con los finales del año 2010, vimos y oímos las alocuciones del Presidente, no precisamente para anunciar aguinaldos, sino para llevar adelante la más desconsiderada confiscación de las fincas de 47 familias que consagraron sus vidas al trabajo para producir alimentos –la verdadera soberanía agroalimentaria-, desplegando una parafernalia, militar militarista, que ante el mundo ha generado los más enérgicos rechazos, pues se trata de la ocupación del país por su propio ejército (el mismo forjador de libertades). Actuaciones que también como en la A.N. desprecian la Constitución cuando no abiertamente la violan. De los Poderes Judicial y Moral, las apreciaciones no pueden ser más deprimentes. ¡Qué pena!
Las leyes en mención merecen muchos calificativos, tal vez el más acertado sea el de “golpe de estado”. Pero si atendemos que son atentados contra la sensatez, desafíos contra la inteligencia, irrespeto a la decencia y el civilismo de los venezolanos, pudiéramos concluir que son instrumentos de dominio de la ciudadanía, de sus derechos humanos, contra la esencia de la libertad y naturaleza del hombre. Dos leyes de las aprobadas son específicamente “contra natura”: la Ley de Universidades y la llamada Talanquera. Acaso no se atenta contra la función del cerebro, que es el centro de las ideas y coordinación del cuerpo, cuando a la institución que vela en más alto grado por su desarrollo, su educación, se le desnaturaliza, se le cercena su autonomía y universalidad –Artículo 109 de la Constitución-. Y en el caso de la talanquera, para entenderla solo bastaría con recordar aquella práctica primitiva de algunas tribus africanas, creo que ya no existen, de practicarle ablación a las vírgenes en sus partes íntimas para que no disfruten del sexo. En tratándose de de la “talanquera” la ablación la practicaron los diputados “rojo rojitos” en su propio cerebro.
Concluyamos con el optimismo de siempre. Cuando más grave es el mal más rápido es el desenlace.
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