La vigencia del NO
Publicado el February 19, 2009
Porque hemos mantenido una actitud firme en defensa de la democracia y particularmente de la leyes que la consagran -no todas-, empezando por la Constitución, me veo en la necesidad de hacer algunas consideraciones sobre el último acontecimiento político que en mayor grado toca a este sistema e instrumento de gobierno en su carácter magno. En este orden debo decir que desde el mismo momento en que lo anunciara el Presidente de la República nos sumamos a los miles de venezolanos que no ocultaron su indignación e hicieron pública su disposición al rechazo de semejante exabrupto, destacándose los pronunciamientos que muy responsablemente emitiera la gran mayoría de los estudiosos del derecho, los Decanos de las Facultades de las Ciencias Jurídicas, los Rectores de la Universidades Nacionales, y muchos intelectuales que sin ser especialistas de las disciplinas relacionadas con tan importantes materias, se sintieron tocados en sus fibras de ciudadanía a tal punto que casi en su totalidad hicieron pronunciamientos inequívocos de su rechazo, coincidiendo en una sola voz en la inconstitucionalidad de este empeño presidencial. La historia registrará estas actitudes y pronunciamientos, mensajes como el de la Iglesia Católica, y en letras mayúsculas, salpicadas de sangre noble y gas infame, la presencia de los jóvenes estudiantes, de las mujeres que se llegaron a quitar los pantalones que a ellas les sobraban para dárselos a sus represores porque a ellos si les hacían falta. Haber acompañado y llegar a ser uno más de los cinco millones y un tanto arriba siempre será motivo de orgullo a la hora de hacer el balance entre la libertad y el miedo. Nuestra vejez se regustará cuando los hijos y nietos y todos nuestros descendientes, releyendo las fechas memorables digan: “los abuelos las tenían bien puestas”.
Muchos aspectos pudiéramos agregarle al párrafo anterior, pero ante el hecho consumado, pues más pudo la tozudez de propósito y la macolla absolutista de los poderes públicos, aunado al ventajismo sin límite, a la complacencia entreguista del CNE, a las amenazas de las fuerzas con armas, a ese despilfarro prepotente de los dineros públicos, sin importar un bledo si las instituciones del estado y sus representantes con sus ostentosas y apabullantes campañas a favor de la enmienda incurrían en violación flagrante de las leyes que establecen penas con claro señalamiento para sus actores. El CNE corroboró las violaciones cuando ya al final decidió tímidamente el retiro de algunas publicidades que más que tales eran insultos a la modestia y buen manejo de los recursos del erario público. Pero ante el hecho consumado, repito, sin pretender desconocer el triunfo nacional del SI, la inmensidad de observaciones de todos los sectores, de todo el territorio nacional, en todos los órdenes, que se le han hecho antes, en el y después del malhadado referéndum, se hace necesario e imprescindible que se puntualicen algunos aspectos para beneficio del desenvolvimiento del país, seguro que si se toman en cuenta y se parte del deseo compartido de reorientar la perfectibilidad democrática y el respeto sincero de la Constitución y las Leyes , y de uno y otro lado reconozcamos que lo único evidente, serio y cierto, arrojado como balance de ejecutorias públicas en los últimos años es la fractura en tres toletes de la sociedad venezolana: los llamados revolucionarios, que lo son o los obligan a serlo, quienes abiertamente se le oponen o en silencio lo hacen, y los indiferentes, cazadores de güires, prebendas o contratos, algunos de ellos, e ignorantes en buena parte. Dicho en términos actuales, los del SI, los del NO y los NI NI. Creemos que a todos nos une un dejo de angustia por el futuro incierto y la pena de solo pensar que en nuestra patria se repita la tragedia de la isla del poeta que en verso se adelantó a lo que le ha ocurrido: “Amor madre a la patria –No es el amor ridículo a la tierra –Ni a las hierbas que pisan nuestras plantas -Es el odio invencible a quien la oprime –Es el rencor eterno a quien la ataca”.
Reconociendo por consiguiente que el 15 de febrero, hace días apenas, Venezuela vivió un torbellino de sentimientos y prácticas odiosas, y que la consulta referendaria a nadie debe satisfacer, pues bastaría preguntar: ¿Quién fue realmente el beneficiario con la mayoría obtenida por el SI? Particularmente, respondo, creo que ni siquiera el Señor Presidente, ya que sin haberse dado la consulta, por expresa disposición constitucional su mandato finalizaría en el año 2012, esto es, cuatro años después. Ante este supuesto no hubiese incurrido en violación de la Carta Magna, ni los otros poderes públicos hubiesen dado ante el mundo el triste espectáculo de hacerse cómplice del hecho político que en mayor monto ha degradado la democracia en su fundamento constitucional de alternancia republicana. Ahora con el triunfo del SI en la mano solo tiene una expectativa de poder ser candidato a la presidencia –ya se lanzó en el mitin de celebración-. Y aún cuando es de esperar que en los próximos cuatro años, la obsesión de poder, consuma el tiempo que debe dedicarle a gobernar, lo que no ha hecho en los diez años anteriores, las dificultades que se avizoran, sobre todo en materia económica, sumado a lo que ya es un hecho cierto, estadísticamente comprobado, del deterioro del respaldo popular, hasta el propio Presidente debería pensar que su reelección no sería posible, ya no por disposición constitucional sino por lo que desde este mismo momento debe atormentarle, perder en las urnas electorales por decisión mayoritaria del pueblo. Muerte política a futuro.
Cuando decimos que el NO está vigente, esta expresión, esta sílaba, conlleva infinitos mensajes, todos en sentido positivo. Permítasenos señalar solo algunos: NO queremos que se pierdan más recursos en campañas y procesos electorales estériles, ni tiempo en horas hombre, ni dinero que se debería utilizar en la solución de muchos problemas. NO queremos más siembras de odio. NO queremos más sangre, más persecución, más muertes. NO queremos amenazas. NO queremos que se regalen nuestras riquezas sin antes utilizarlas en beneficio de los más necesitados porque NO queremos más pobres, ni niños sin hogar y sin escuelas, ni hombres y mujeres sin trabajo, sin vivienda, sin hospitales, sin vías, sin fábricas. NO queremos más corrupción. NO más criminalidad, NO más injusticia. En fin, que NO le falte a nadie u n pan del tamaño de su hambre, ni una escuela a sus aspiraciones, ni un taller para sus destrezas, ni una finca para sus cultivos, ni una maternidad para las madres y sus bebes, ni un parque para su esparcimiento y recreación. Que NO se atente contra la vida de nadie, ni se le niegue el derecho a su formación, a su libre albedrío, a expresarse, a desempeñar cualquier cargo público sin privilegios, a profesar la fe que haya abrazado. Que NO se fuerce o incite a nadie a irse del país. Por estos NO y muchos más el NO ESTA VIGENTE.
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