LA ASAMBLEA NACIONAL Y LA RENUNCIA CON FECHA EN BLANCO
Publicado el March 24, 2010
Un amigo, de quien puedo dar fe de su inmensa preocupación por lo que le está pasando a Venezuela, me recordada en días recientes de la iniciativa que tuviéramos en las elecciones para conformar el parlamento nacional correspondiente al período que debía iniciarse antes de la puesta en vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela –actualmente violada a más no poder porque así lo quiere el “único” que se cree que “el solo” tiene derecho a opinar; recordemos los años de prisión del General Uzon y la que se cierne sobre Álvarez Paz, canallescamente injusta las dos-, proclamada a los cuatro vientos como la más perfecta del mundo, pero ahora no tanto, porque si se le respetara, como debe ser, sería un freno a los impulso de las disposiciones caprichosas y soberbias que estimula el consabido micrófono de las redundantes cadenas, y por supuesto, porque entre otros valores y derechos consagra la alternativa republicana de las democracias, equivalente a la igualdad absoluta de todos los ciudadanos; iniciativa personal, versión pragmática de los revocatorios que contemplan las leyes, y que en criterio del amigo y con el cual estamos plenamente de acuerdo tiene en este momento de preparación para una nueva escogencia de los ciudadanos que habrán de conformar el poder legislativo, el 26 de septiembre, una inmensa lección de toma de conciencia y responsabilidad en la búsqueda de un poder público, auténticamente independiente, celoso en la defensa de la descentralización y por consiguiente representativo de las regiones, estados, de la soberanía popular, con autonomía y prestancia institucional, que respete y haga respetar su majestad sin desmedro del equilibrio con los otros poderes públicos.
Abundando en la iniciativa antes referida debo decir que la misma se dio cuando firmáramos por ante un Notario Público de la Ciudad de Mérida la renuncia al ejercicio del cargo, con fecha en blanco. Claro está que entre lo planteado en aquella oportunidad, concretado en la entrega personal que le hiciéramos del documento público al Dr. Mario Spinetty Berti, en su casa de habitación, pues no quería involucrar a la Academia de Mérida de la que era Presidente, por no haber consenso de si procedía hacerlo como institución, lo cual inicialmente así lo queríamos, y el desarrollo que actualmente podría dársele, se presentarán pormenores y detalles que ameritarán un mayor examen, de considerarse conveniente. Pensada como método práctico, la renuncia al ejercicio del cargo por parte del diputado que se ha postulado, la fecha en blanco se llenaría si habiendo resultado electo y transcurrido un año de haberse juramentado, la persona investida con esta representación no ofreciere una diligente actuación en el cumplimiento de los deberes que ha asumido como “representante de la soberanía popular”, o incurra en actos indecorosos de deshonestidad y corrupción, sin que para ello sea necesario un instrumental de pruebas con arreglo al procesal del derecho civil o penal, pues bastaría el convencimiento de las instituciones que hayan integrado el colectivo que impulsaron su selección y elección.
Valga este asomo para insistir en que la integración de la nueva Asamblea Nacional debe verse como un hito histórico-político de mucha transcendencia, capaz de rescatar el desenvolvimiento democrático que pareciera se encamina a una autocracia primitiva, ruinosa, perversa, inspirada y dirigida en y por países que lo único que pueden ofrecer es su ostentoso fracaso y la inconmensurable ambición de sus adictos y obsoletos líderes. Permítame drenar la indignación, abriendo la espita para que salgan semejantes personajes: Mugave, Saddam, Amahinejad, Lukashenko, Fidel, …. Y concluir esta sugerencia, preguntándoles a los amables lectores y a todos los amigos de Mérida, en condiciones y edad de sufragar, sí conocen o por lo menos saben los nombres de tres de los seis ciudadanos que nos han representado durante cinco años en la Asamblea Nacional. (¿ ……?).
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