ENTRE LA ESPECTATIVA Y LA ESPERANZA
Publicado el May 05, 2010
Creo que es tiempo de entrar en reflexiones sobre cómo debemos ejercer el voto para elegir los representantes –diputados- a la Asamblea Nacional. La razón pudiera ser muy sencilla, puesto que en tratándose de un acto de ejercicio de soberanía que tiene que ver con la alternación de la institución en su periódica renovación, en cuenta de ser un cuerpo colegiado, integrado por hombres y mujeres de vida útil finita, seres vivos al fin y al cabo, lo elemental es que cada tanto tiempo –cinco años por Ley- se reelijan o den paso a otras personas para que ese poder público no se anquilose, envejezca o se vuelva decrépito. Claro está que su integración, por tratarse de ser la representación de todo el país, de sus gentes, de sus regiones, Estados, de su cultura, incluida su trayectoria histórica, y hasta de sus ambiciones, potencialidades y proyectos, debe conformarse como lo es la nación misma. En tal virtud, mal podrá pensarse que en el mosaico antro-geo-político se observase exclusivismos generacionales, de género, de disciplinas, de profesiones, de mentes y pensamientos uniformados, tocados de fundamentalismos, moldeados e indoctrinados en la creencia que pudieran ser viables los regímenes que pretendan asentarse sobre la existencia de agrupaciones, partidos políticos y concepciones histórico- filosóficas que no admitan pluralismo disidente; algo así, como lo que ya fue un hecho en la URSS, lo continúa siendo en Cuba con su Partido Comunista, único, su periódico, su televisión única, su conducción y liderazgo, únicos, y su hambre, privaciones y deseos de libertad, también únicos. También en Venezuela, el Sr. Chávez, que no admite reconciliación (¿?) y no ve en lontananza orden de suceder posible (¿?) envalentona sus huestes con un partido político único, el PSUV.
Por desgracia en nuestro país, en los últimos cinco años hemos vivido una experiencia traumática; los poderes públicos, agregándole dos más a los tres teorizados por el Barón de Montesquieu e implantados desde el mismo momento en que las naciones del mundo se constituyen en repúblicas, independientes y soberanas, han sido entes despersonalizados, sin prestancia autonómica, sin división y separación, auto disminuidos, sumisos, que apenas cubren apariencias legales, constitucionales, en la forma de su presentación no en el fondo de su funcionamiento; viniendo a ser el Poder Legislativo el que más se aparta de sus deberes esenciales: legislar, vigilar, controlar, velar por la soberanía que le da origen. En su lugar, con honrosas excepciones, escenificó un teatro de aplaudidores de oficio y convirtió el recinto, ausente de debates de alguna transcendencia, en receptáculo de visitantes de probado prontuario antidemocrático. Pero hay otros aspectos que llaman aún más la atención, pues mal podría llamarla el pasar siempre agachados para que no se les señale, a los diputados, su ausencia absoluta a la hora de reclamar la solución de los problemas nacionales, de exigir el rendimiento de cuentas, de estimular desarrollos, de alertar sobre peligros y desviaciones como ese de alentar belicismos, de meternos en una carrera armamentista sin sentido, solo para regodear vanidades prepotentes y hacerle el negocio a los perros de la guerra -17.000.000.000 de $ se han invertidos- Los pormenores son del dominio público. Valdría la pena preguntarle al Poder Legislativo sobre la denuncia que incoó o presentó anta la Fiscalía General de la República el Sr. Gral. Antonio Rivero sobre la injerencia de militares cubanos en nuestras FAN, y que con anterioridad ya fuera hecha pública, llamándola y cuantificándola como invasión de 60.000 personas, el Cnel. Luis Alfonso Dávila García, quien ante la gravedad del desviacionismo entreguista, responsablemente retiró su adhesión al régimen.
Muchísimos aspectos más podríamos abordar en este enfoque para insistir en que los electores venezolanos tienen una gran oportunidad para enderezar entuertos, corregir errores, y contribuir al reencuentro de las instituciones democráticas, republicanas, que por desgracia han vivido en carne propia el empeño infame de atentar contra la existencia misma de la República, como bien lo expresa ese gran venezolano, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, Dr. Germán Carrera Damas, a quien nadie podrá hacerle señalamientos de inclinaciones apátridas o de estar al servicio de imperialismos obsoletos. Su erudición histórica nos llena de orgullo y como venezolanos debemos estarle agradecidos por la valiente defensa de la libertad, la democracia y la paz.
Los venezolanos sabemos esperar, son más de diez años largos, pero desde ya, las expectativas que nos hemos creado, nos dan la seguridad de que la gran mayoría de los electores concurrirán a ejercer el sufragio, conscientes de la inmensa responsabilidad del rescate de la soberanía que significa elegir un Poder Legislativo auténticamente democrático.
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