ENCRUCIJADA CIVILISTA PATRIÓTICA HISTÓRICA
Publicado el September 17, 2010
Tal vez su único mérito, el de esta columna, sea el de haberse mantenido orientada al ejercicio del sufragio, entendido más que derecho como deber de ciudadanía, fundamentado en el voto universal, directo y secreto para que sea practicado por los venezolanos, hombres y mujeres mayores de 18 años, sepan o no leer y escribir, y que compartiendo las sabias apreciaciones de los historiadores y politólogos, estudiosos de nuestro devenir cívico republicano (desgraciadamente contaminado de militarismo autocrático, usurpador y tiránico), deber verse como el acto de mayor transcendencia de los muchos que conforman una nación y que en nuestro caso afloran las estructuras de la civilidad, tardíamente cierto -1946-, pero imprescindibles para que cobraran sentido los valores de la independencia, soberanía, libertad, autonomía y división de los poderes públicos; destacándose que la declaración formal de independencia se inspiró en la liberación del vasallaje, del dominio de ultramar, pero se nutrió de la sabia de las raíces de las regiones que constituyeron la Capitanía General de Venezuela -7 provincias-, con lo que se puso de manifiesto, dentro de la unidad del propósito independentista, su definido apego a la descentralización, al federalismo, con el agregado que por ningún concepto podrá desconocérsele de querer tener siempre poderes alternativos, renovables, responsables, democráticos.
La libertad es pues el espíritu que ha estado presente en los grandes acontecimientos de nuestra historia. Si quisiéramos verlo como expresión de soberanía popular, necesariamente tendríamos que remitirnos a la consagración del derecho del sufragio -1946- por lo que antes de esta fecha los hechos, llamados históricos, no pasan de ser encontronazos de violencia personalista y bárbara, motivados por desmedidas ambiciones de poder, de saqueo y aprovechamiento de los bienes públicos, hecha la salvedad de las justas y heroicas acciones con que verdaderamente se conformó y consolidó la República.
El enfoque anterior lo consideramos oportuno por razones elementales. Tal vez la más importante es que dentro de pocos, poquísimos días, se llevará a cabo una elección para la renovación del Poder Legislativo -26 de septiembre-, justo cuando el concepto de soberanía popular pudiera tener mayor transcendencia en el rescate de la nación, del país, de la República, como entes civilizados del mundo, porque es cuando el derecho de representación y el ejercicio del mandante, pueblo, se activa para hacerse acción pública indetenible, orientada a la defensa de la Constitución Nacional. Esta última denuncia pudiera parecer simple porque los hechos que imponen la violación y el desconocimiento de la Carta magna se hacen cuotidianos, casi de manera ex profesa para que se vayan aceptando y el viaje al “mar de la felicidad”, a la implantación del Castro Comunismo, se tolere como una fatalidad. En estos días previos a las elecciones parlamentarias las violaciones a la Constitución Nacional están bien estudiadas. Se quiere dar la impresión de prepotencia con la exposición del Presidente, con irrespeto a la majestad de su alta investidura, a punto que encaramado en un camión, sea él el centro de las motivaciones para ejercer el voto, sin destacar para nada a quienes realmente han sido postulados, abriéndose así un panorama plebiscitario que lo coloca en la cúspide del narcisismo megalómano. Lo demás es circo, teatro, despilfarro de la peor especie.
El espectáculo es deprimente y aún cuando la “vorágine del rojo” molesta al más sereno, apreciémoslo como la más escandalosa demostración de incapacidad para conducir el país que podrá tener muchos defectos pero está muy lejos de no saberse acreedor del derecho de ser una nación de ciudadanos libres , soberanos, democráticos.
Bastaría lo dicho para tener la tranquilidad de conciencia de que el resultado de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre va a ser producto de una gran reflexión del pueblo de Venezuela, capaz de demostrar ante el mundo que si por desgracia hemos vivido un tiempo -11 años- miserablemente perdido, las experiencias negativas nos dan la seguridad de tener en esta encrucijada el convencimiento absoluto de poder encausar la República por el verdadero camino de la libertad, la democracia y la paz.
← Volver al índice