Alberto Nicolás Newman Briceño

Nov 21, 1936 – Jun 08, 2025

Artículos de opinión del distinguido Dr. Alberto Newman

En memoria de un hombre sabio, íntegro y comprometido con su país.

En Venezuela el deterioro de la vida…es un problema existencial.

Publicado el December 07, 2019

En Venezuela el deterioro de la vida, en trance de dejar de ser biológica y humana, apenas un recuerdo del pasado trágico y glorioso, es hoy día la muestra andante del desastre del gobierno de Nicolás Maduro y sus militares, esas cifras que registrará la historia como la irracionalidad vestida de verde, buenos para nada, pero sí “fieles y traidores nunca”, aún cuando se les descubra su disciplina para encubrir y robar y su pundonor no se divise. Es duro pero cierto. Nos duele tener que utilizar este lenguaje pero sentir que en el ambiente flota el hambre y la angustia del pueblo empobrecido, engañado con dádivas, con charlas insolentes de los dos más encumbrados pillos: uno, encubridor hasta de su propia “acta de nacimiento”, violador como el que más de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y ladrón en familia: mujer, hijo y sobrinos; y el otro, tartufo con ínfulas de artista de TV, cuya torpeza no entiende que “el mazo” es el arma primitiva de los trogloditas; sentí, repetimos, que es a todo un pueblo a quien se oprime y nos fuerza a recordar el verso del poeta cubano José Martí (dudo que sea grato a los oídos de semejantes bestias): “Amor Madre a la Patria/ No es el amor ridículo a la Tierra/ Ni a la hierba que pisa nuestras plantas/ Es el odio invencible a quien la oprime/ Es el rencor eterno a quien la ataca” (cita de memoria). Son 20 años en el tiempo que se aposentó el empeño en destruir el más bello y encantador país de América. Tanta es la maldad que pedir perdón por ellos, sólo podrá ser plegaría que entienda la magnificencia de Dios, pero no esperemos que de su parte pueda venir un gesto de cordura, porque son los empobrecidos, quienes a medio camino, con el sueño truncado y el hambre a cuestas tuercen rumbos hacia otros lares en la seguridad de no haber otro peor. Tal vez la muerte los encuentre afuera, pero su descanso y su paz final tendrá el consuelo de haber denunciado y debilitado a los sátrapas que empujaron su diáspora. Muchos son los analistas que han denunciado este conmensurable desastre. Nadie en su sano juicio puede augurarles proyección de su dominio porque cuando la maldad invade la mente, es el cuerpo el receptáculo de su envilecimiento suicida. Tengamos fe, con amor demos gracias a Dios a que la estrella de la esperanza invada nuestros corazones. AMÉN.

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