EN MI VOTO MANDO YO
Publicado el February 25, 2009
El título pudiera tener un fuerte ingrediente de prepotencia, de jaquetonería, y por eso le pido al amable lector una risueña disculpa, pero creo que no hay expresión más adecuada para reclamar respeto al ejercicio del derecho del sufragio, justo cuando acaba de ocurrir un proceso electoral en donde lo menos que se dio fue esa elemental consideración que merece el ciudadano en los momentos en que ejercita y cumple el deber de realizar el acto génesis de la soberanía que la Constitución deposita en sus manos. Observemos algunas circunstancias que se vinculan al realizado el 15 de febrero y por las cuales hemos arribado a conclusiones preocupantes. Así vemos que su anuncio lo hace el Presidente acto continuo y para ser realizado a menos de tres meses de las ejecutadas para Gobernadores, Alcaldes y cuerpos representativos -23 de noviembre del 2008-, lo que de por sí constituye un incongruencia abusiva por la desconsideración tanto al electorado como a los ciudadanos elegidos, que se supone deben ocuparse de sus trabajos y asuntos personales, en el caso de los primeros, y de las responsabilidades inherentes a sus cargos, en el segundo. Más reprochable aún si se tiene en cuenta que los efectos del llamado referéndum del 15 de febrero se irían a sentir cuatro años después, amén de que no por haberlo realizado, en contra corriente de haber sido rechazado el O2 de diciembre del 2007, dejará de ser un acto político electoral ostensiblemente anticonstitucional.
La orden de ocuparse solo de trabajar para obtener mayoría determinante a favor de la enmienda, la fulana reforma ya rechazada con camisón distinto, cumplida al pie de la letra y con la firmeza y rigidez de un mando militar, dada a toda la estructura y cuadros jerárquicos de los poderes públicos, con ciega obediencia paralizó casi en su totalidad el funcionamiento del Estado, y sumió al país en la vorágine del rojo rojito. Gracias a esta carnestolenda adelantada, con sus gigantescos gastos que nunca podrán explicar, tanto en lo que respecta a sus fuentes como al grotesco despilfarro para amarrar votos por la vía de la venalidad y compra de adhesiones, el país escenificó ante el mundo el grado de deterioro que vive la democracia venezolana. La pena es mayor si al registrar el torbellino de violaciones de la Constitución y Leyes de la República vemos la sumisión y subordinación de los poderes públicos en carrera desenfrenada, los lleva a ser “más chavistas que Chávez” y a proclamarse revolucionarios mientras llenan apresuradamente las alforjas. Revolución es dar vueltas por minuto -r.p.m.- y como hay ciertos animales que dan vuelta para echarse, cualquier comparación es obra de la imaginación fantasiosa de los venezolanos. Ubicando las actuaciones en que se dio el referéndum, desde el tiempo de su anuncio hasta su realización, pasando por la recolección de firmas –innecesarias para lo que ya estaba fríamente calculado a no ser para alborotar y probar fidelidades que pudieran serlo “solo hasta el último minuto”, la discusión y aprobación en ese templo de sabiduría y desprendimiento, abierto como una caja de cristal para recibir y trasmitir conocimientos jurídicos y de cultura universal como no lo habrá nunca, aunque ya hay cierto nerviosismos por lo que pudiera ocurrir en las próximas elecciones para la integración de la nueva Asamblea Nacional, este mismo cuerpo legislativo, debemos reconocer, despachó el encargo con premura inusitada para que no hubiese el menor escozor de molestia de quien ya debe sentirse hecho estatua para la perpetuidad. La materia legislativa que empezó siendo única para beneficiar solo al único, por concesión especial y desprendimiento del magnánimo benefactor, terminó haciéndose extensiva a Gobernadores y Alcaldes y cuerpos deliberantes, pero se olvidó que por ser privilegio y por expresa disposición constitucional no es procedente, configurando una confiscación de derechos, cercenando principios de igualdad ante la ley, creando ventajismos odiosos en el desenvolvimiento armonioso de la sociedad y disminuyendo el derecho de oportunidad idéntica para todos, lo que se traduce en “capitis diminutio constitucional” para 26 millones de ciudadanos venezolanos.
El cuadro anterior nos sirve de apoyo en lo que pudiera ser la motivación de esta entrega. Nos referimos al irrespeto mayor que sufrió el venezolano en este proceso cuando se le sometió a presiones, amenazas y vías de hecho, cuando se le apabulló con un ventajismo insultante, cuando se le amedrantó valiéndose del autoritarismo desmedido que le es característico al régimen, poniendo en boca de altos jefes civiles y militares no veladas intensiones de sojuzgamiento. Siempre se recordará como dechado de prepotencia arbitraria aquellas expresiones con que el Presidente enriqueció su léxico mandón: “me les echan gas del bueno y me los meten presos”, amenazando además con aplicar sanciones a los subalternos que no cumplieran esta perla de buen trato, dirigida a lo más esperanzador que tiene una nación, sus jóvenes estudiantes. El CNE para no quedarse atrás, escandalizó las declaraciones de un diputado español, miembro del Parlamento Europeo, invitado como observador del proceso electoral, sin detenerse a pensar que otros personeros, Presidentes de otras naciones que vinieron a recibir dádivas, en actos de mayor relevancia pública más descaradamente se habían inmiscuido en nuestra política interna, pidiendo su expulsión del territorio nacional, petición que fue convertida en orden y cumplida sin ningún miramiento con exceso e irrespeto al parlamentario europeo. El CNE es sin duda el poder público que en esta contienda tiene más señalamientos y por cuanto no hay ninguna razón para pensar que a futuro pudiera tener un comportamiento aceptable, destáquese que cuatro de los cinco rectores miembros de su directiva mayor, la “banda de los cuatro” como bien los califica Teodoro Petkoff, son público y notorio agentes del oficialismo, lo menos que pudiéramos exigir es que se cambien y se coloquen rectores que por idóneos, equilibrados, imparciales y justos, rescaten la majestad y respetabilidad del cuerpo.
Insistiendo en el respeto y protección del elector, hago pública mi apreciación en que divulgar, como en efecto se hizo en campaña plausible, que el “voto es secreto”, no es suficiente y que deberíamos intensificar una campaña para cambiar el CNE, así como empeñarnos en hacer de maestros de ciudadanía persuadiendo a los venezolanos que la personalidad de cada quien se mide por la capacidad de rechazar las ofensas, los engaños, las amenazas, por tener conciencia de nuestros deberes y derechos y estar dispuestos a defenderlos, accionando el principio de que si yo soy dueño de mis derechos yo mando en ellos. EN MI VOTO MANDO YO… EN TU VOTO MANDAS TU.
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