Alberto Nicolás Newman Briceño

Nov 21, 1936 – Jun 06, 2025

Artículos de opinión del distinguido Dr. Alberto Newman

En memoria de un hombre sabio, íntegro y comprometido con su país.

EL ESPIRITU DEL 23 DE ENERO (Completo)

Publicado el January 21, 2010

Conmemorar el 23 de enero de l.958 como la fecha histórica más significativa de los hechos políticos que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX es de muchísima importancia. Tanto que bien podemos decir que no se entenderá, ni podrá haber explicación posible sobre el desenvolvimiento de la vida republicana en todos sus aspectos en el tiempo transcurrido desde aquella explosión de soberanía popular hasta los días actuales. Son 52 años nutridos de una intensidad maravillosa, donde y cuando el diario quehacer se impregnó de su transcendencia a extremo de que no habrá acontecimiento, liberado de su espíritu, de esa aureola de grandeza que solo en los magnos eventos se puede observar, visto desde cualquier ángulo y así sus influencias sean positivas o negativas en la conformación de la personalidad, del gentilicio, de la manera de ser e identificarse una nación libre, independiente, sin complejos de dominio o que la asedien primitivos deseos de estar por encima o por debajo de cualquier otra en el concierto de naciones civilizadas del mundo.

Mariano Picón Salas, ese gran merideño universal, al repasar, con su visión de creador de cultura, de escritor insigne, de historiador fecundo, los tiempos de nuestro acontecer, sostiene que Venezuela ingresó tardíamente al siglo XX. A nuestra manera de ver esa expresión, con su carga querellante, debemos ubicarla en el lapso que le quedó a la centuria a la muerte de Juan Vicente Gómez, deducido el transcurrir primitivo, tal vez tranquilo, pero continuista, a la que debe agregársele la aún más primitiva barbarie que caracterizó el siglo anterior. La referencia al escritor que nos honra nos viene en ayuda para darle cuerpo a la apreciación que en ese espacio de tiempo tiene lugar el otro acontecimiento en el que también debe cimentarse la creación de país auténticamente libre, soberano, civilizado como hemos dicho. Ese otro hecho de transcendencia histórica es el Estatuto Electoral, dictado por la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, en marzo de l.946, que consagra, para que se perennice y nadie pueda violarlo o desconocerlo como inalienable conquista de norma constitucional, el derecho al sufragio como expresión de soberanía, dándole al pueblo el derecho al voto universal, directo y secreto, para que se ejerza por todos los hombres y mujeres, mayores de 18 años, sepan o nó leer y escribir. Esta última acotación consideramos obligatoria hacerla resaltar como uno de los derechos sin cuya vigencia no existe la república y porque además hay dos grandes razones para enaltecerlo. Una, es la de apreciar que el “23 de Enero” tiene en su génesis la soberanía popular, preñada en su gestación con el comportamiento que rechaza por igual los actos cuotidianos que violen los derechos humanos –característico del proceder del autocratismo de las dictaduras- como el abuso, la otra razón, la disposición de las fuerzas armadas -hay excepciones honrosas- de los militares militaristas, para imponer con la fuerza brutal de las armas su voluntad y dominio, desconociendo lo expresado por el voto soberano de las mayorías.

Enfocado el acontecimiento histórico que nos ocupa en este acto de conmemoración, insistiendo en que los pormenores es lo menos importante, pues siempre su transcendencia estará muy arriba de los hechos ocurridos, tocando fondo si debemos tomar en cuenta algunos detalles para saber que la conformación del régimen dictatorial imperante al momento de producirse empezó a instaurarse desde el propio instante de darse la felonía del golpe de estado contra el gobierno de Don Rómulo Gallegos, el más preclaro hombre de letras y novelista de Venezuela y América, acto execrable -24 de noviembre de 1.948- y que son militares los protagonistas, encabezados por Marcos Pérez Jiménez, de semejante barbarie. El mismo que con otros de su casta, diera el golpe del l8 de Octubre de l.945 a Medina Angarita, implicado también en el asesinato de su compañero de armas y de otras fechorías, el Coronel Delgado Chalbaud, por lo que, con prontuario de esta naturaleza, no podría esperarse un comportamiento distinto al de un vulgar forajido, condición que va a poner de manifiesto a partir de i.952, cuando desconoce el triunfo de URD, se queda con la Presidencia e inicia el periodo álgido de su régimen dictatorial, con los consabidos atropellos, persecución y asesinatos al mundo civil, representado en los partidos políticos –excepción del PUN-, sindicatos, universidades, y todo aquel que en ese momento aciago de nuestra historia se opusiera a sus designios. Pero todo tiene su final y a “cada cochino se le llega su sábado” –a Pérez Jiménez se le llamaba “el cochinito” por haber sido rechoncho y adiposo.

Abreviando podemos decir que el “23 de Enero de l958” tiene lugar cuando la sociedad civil empieza por tomar conciencia de la fuerza que representan sus distintos sectores, sus profesionales, sus empresarios, sus estudiantes, sus trabajadores, sus educadores, el mundo laico y religioso católico, de otros credos, los militares institucionalistas. Buena parte de la sociedad se va sumando a la mayoría silenciosa que va in crescendo, deslastrándose del miedo, que con razón lo ha tenido pues el gobierno de Pérez Jiménez hacía alarde de su brutalidad y barbarie, persiguiendo, atropellando, intimidando, matando, exilando, cometiendo asesinatos de hombres puros y de gran coraje como Antonio Pinto Salinas, el poeta, del doctor Leonardo Ruiz Pineda, Secretario del Partido Político Acción Democrática, y de muchos otros que hacen largo el martirologio del precio de sangre que ha pagado Venezuela por tener una patria libre y digna, habiendo tenido que purgar también, sus osados hombres, en las ergástulas del cautiverio de Guasina y Sacupana, y la cárcel de Ciudad Bolívar, el precio de la libertad de toda una nación, por lo que esa historia de horrores y de muertes, a la víspera del levantamiento, finales del año l957 y Enero del 58, transformó aquellos sentimientos que inhibían la voluntad de lucha en templados impulsos de coraje y arrojo, que puso en fuga al sátrapa, después de ser el prepotente comandante convertido en canalla ladrón que en su carrera, para que no quedara duda de su corrupción y saqueo al erario público, olvido una maleta llena de dólares, antes de abordar la “vaca sagrada”.

Pero en aras de cumplir con el compromiso que nos hemos propuesto de resaltar la transcendencia del hecho histórico y hacer que esta conmemoración reactualice el mandato que tiene la ciudadanía venezolana de actuar diligentemente contra de todo aquello que atente contra la Constitución y la Leyes, y se atreva, encubierta o por vías de hecho, a ir contra la vocación de pueblo libre y soberano, contra su cultura democrática, acrecentada desde aquel hito en el devenir de la república, debo, por consiguiente, encausar esta palabras de manera que la transcendencia del hecho histórico se convierta en lección permanente de republicanismo, de muro de contención de esa recurrencia militarista que en los actuales momentos, a 52 años de haberse producido por la conjunción de fuerzas civiles y militares institucionalistas, como ya hemos dicho, pretenda, como en efecto ya está consumado en alto grado, instaurar de nuevo un régimen totalitario autocrático, una dictadura, en dos palabras, con el agravante de ser un modelo obsoleto, fracasado en otras latitudes del planeta, porque a la base primitiva de la imposición de la bota, militar militarista, se le calza un supuesto fundamentalismo ideológico, el Socialismo del S. XXI; ese arroz con tuercas que lleva al valentón jefe a proclamarse marxista-cristiano y a evidenciar otras bellezas de incoherencias que irresponsablemente contaminan el país y ponen en entredicho la salud mental del susodicho. Se configura así un cuadro tétrico peor aún que aquel erradicado por indeseable, ladrón y criminal, sin dejar de reconocer que hizo obra de infraestructura importante. Peor aún, y doble en el tiempo de estar dominando y con muchos cuerpos de ventaja en corrupción, disponiendo el chavismo del mayor caudal de recursos que gobierno alguno haya tenido en todo el devenir como nación y república; al Gobierno del Sr. Chávez debe cargársele también el permitir ser manejado por Fidel Castro, el mismo tirano que en la década del 60 invadió a Venezuela por las costas de Falcón, por Oriente y por Machurucuto. Cómo entender que un gobierno militar de militares permita y auspicie la injerencia, la intromisión ¿invasión?, de cubanos en cantidades – más de 60.000, según sus propios adláteres- y que en el colmo del paroxismo de la entrega al mismo reo que cometió el crimen internacional de violar nuestra soberanía se le reconozca como el “padre de la revolución bolivariana”, putativo, por su puesto.

Los venezolanos saben, y buena parte de los ciudadanos de otras nacionalidades están preocupados por ello, que lo dicho es rigurosamente cierto. Ante este descomunal desastre, entendiendo que somos nosotros los que debemos resolverlo, se nos impone un llamado a la reflexión, a meter en el espejo del alma, en nuestra conciencia, en nuestros corazones, en nuestro cerebro, en nuestra sangre, sudor y lágrimas, una gran pregunta para que la responda el ser humano, la personalidad que todos llevamos por dentro: ¿Pero qué nos pasa, por qué tanta pasividad, tanta indiferencia, tanta apatía, tanta anomia, es que acaso la historia de la vida republicana no está llena de hechos heroicos que nos llaman a actuar en defensa de nuestra cultura, de nuestra ideosincracia, de nuestra manera de ser solidaria, fraterna? Debemos velar por nuestras creencias y valores, por nuestra familia, por la seguridad y bienestar de nuestros semejantes, por nuestras propiedades, por nuestros trabajos y por el derecho al mismo de todos, por la seguridad jurídica, por la salud, por la educación, por la cultura, por la recreación y disfrute de la naturaleza y de nuestra propias obras, privadas o públicas, por la formación de la personalidad y el futuro cierto de los jóvenes, de nuestros hijos, sin que las nuevas generaciones tengan que pensar qué será de su destino, sin que en su mente pueda caber la idea de ser “cuasi esclavos, modernos ciervos de la gleba” como en Cuba, donde el llamado gobierno revolucionario de los Castro alquila los médicos y otros profesionales, manejándolos en su libertad –tienen que tener permiso para salir y entrar a la isla y sus sueldos los administra el gobierno comunista-; en fin, la pregunta, ante tanta irracionalidad, incapacidad y pillería, debe formularse por igual a quienes ya se han dado cuenta del inconmensurable desastre, como a quienes por ignorancia, ingenuidad o picardía todavía creen en las prédicas del verborrágico líder; así también a los “ni ní”, ni son patriotas ni son realistas, a quienes, de la mejor manera, los llamamos para que nos ayuden en esta grandiosa tarea de salvar la democracia que lleva implícita la república independiente. No permitamos que se nos pierda por la intromisión de los cubanos o gentes de cualquier otra nacionalidad, denunciada –como ya hemos dicho- por venezolanos que fueron afectos al “comandante golpista” y por los propios desertores del chavismo y del castro-comunismo. Recientemente lo hicieron más de 500 médicos. Por lo visto, al “mar de la felicidad” no les provoca regresar ni siquiera a los nacidos en la bella isla, en este momento.

El mandato que se me encomienda y que me honra en demasía ejecutarlo; esto es, destacar la importancia de la transcendental fecha, no estará completa si no refiero, aunque sea muy someramente, hechos anecdóticos que le precedieron, en donde tuve la suerte de estar presente y que hoy me llenan inmensamente de satisfacción y orgullo mencionarlos y narrarlos. En tal sentido debo decir que en Mérida, a finales de la dictadura de Pérez Jiménez, cuando los partidos políticos y personalidades democráticas estaban prácticamente destruidos. En el exilio y presos los líderes de Acción Democrática: Rigoberto Henríquez Vera, maestro, escritor, periodista; Edilberto Moreno, escritor, con su eterna bonhomía; Elpidio Brand, líder campesino; Bernardo Aranguren, sindicalista, con su inmensa personalidad de luchador político y social; Alberto Carnevali, extraordinario y valiente líder político, fallecido en la cárcel; Antonio Pinto Salinas, poeta cobardemente asesinado por la espalda. El ambiente era de sumisión, desolación y miedo, sin que para nosotros, jóvenes estudiantes, hubiese alguna persona avezada en lides políticas, partidistas o independientes, a quien recurrir o consultar. Debo de manera muy especial enaltecer la valentía y el coraje de Humberto Zambrano Román, quien desafía a la hordas bárbaras de la Seguridad Nacional, la tenebrosa policía política del régimen, los esbirros, los perros de presa de la dictadura, que le trae el cautiverio, siendo el más joven, en la cárcel de Ciudad Bolívar. Pero nosotros sin maestros, sin escuela política, sin mecenas, sin patrocinantes, sin lideres, sin recursos monetarios, solo con un par de voluntades y el deseo acicateante de ver al país enrumbado por la civilidad y el desarrollo creador, sintiendo en nuestras propias carnes la opresión y la falta de libertad, echándonos al hombro el miedo, nos dimos a la tarea de hacer que el grupo de amigos se interesaran por lo que estaba pasado. Así pudimos ver como en la ciudad se estaban conformando tres grupos de jóvenes en plan de lucha. Uno identificado en el entorno de José Mendoza Angulo, Secretario Juvenil de Acción Democrática en la clandestinidad, con Julio Peñalver, Carlos Emilio Muñoz Oraá; otro, por los llamados camaradas, en donde hacían vida conspirativa Alí Rodríguez Araque, Estee Salas, el bachi Rojas, Silva Abeja ( con ellos sacamos un periodiquito, en hoja multigrafiada, llamado TAL que era la sigla de Todos A Luchar); y el tercer grupo, el de Belén, por el que guardo el más grande y fraternal afecto, que lo formó el inefable Gran Vincencio Varela, Mucutuyero para más señas, a quien nada se le dificultaba, que no solo puso su inteligencia e ingenio excepcional, sino que además metió a su casa, a toda su familia: Antonio, Franci. Doña María, Víctor, que realizaban tareas de buscar y guardar material, papel, esténcils, asear el taller, borrar evidencias; Alcides Valero, de inquieto entusiasmo que quería hacer todo muy rápido; Carlos Valero, siempre pensando en la Sierra Nevada como refugio, de hacerse necesario. En la hacienda de su padre, e n el Rincón de Lourdes, pasaron la noche del 22 y amanecieron el 23, a donde fueron a parar después del acto de agitación política en apoyo a la huelga general acordada por la Junta Patriótica; el palomo Hernán Trejo, Víctor Avendaño, utilizado con reserva. La memoria podría fallarme pero debo mencionar otros nombres que aún recuerdo: Heriberto D’ Jesús Cerrada, Leo Dugarte, Zósimo Gamboa, campesino modestísimo oriundo de Los Nevados, quien tenía una bodeguita en la esquina de Belén, nos daba papel para los volantes; doble Chuy De Jesús, quien nos trajo el “Manifiesto de los intelectuales”, escondido dentro de una imagen, estatuilla, de un Santo Cristo, que se reprodujo en la batea de hacer Vincencio los banderines de grado –documento muy importante, para Mérida más porque lo encabezaba Don Mariano Picón Salas-; la Pastoral de Monseñor Arias Blanco también fue manejada por el grupo de Belén. Marino Villamizar, demócrata a carta cabal, y muchos otros fueron engrosando esa Fuente Ovejuna conspirativa con voluntad creadora, a la que hay que sumar algunos profesores universitarios como el Dr. Jesús Moreno Rangel, el Dr. Carlos Febres Pobeda. Me recuerdo también de las pequeñas colaboraciones que nos daban estudiantes de medicina, Álvaro Rojas, George Inglesis. El Decano para ese momento de la Facultad de Derecho, Padre Dr. Negrón Dubuc, nos protegió y a mi particularmente me sacó del patio de la Escuela de Derecho y me asiló, junto con otro estudiante, de cuyo nombre no quiero acordarme, en el Colegio San Luis, donde amanecimos el 23 de Enero rezando el Rosario, encabezado por el Prof. Luis Arconada. El anecdotario podrá ser interminable y aparentemente intrascendente, pero si nos detenemos a pensar que desde el 21 de noviembre cuando se hizo una pequeña manifestación en la Escuela de Derecho y el alzamiento del merideño Hugo Trejo con 20 oficiales de la aviación, el lo. de Enero, sin mayor impacto, el aporte de nuestra actuaciones, sin recursos económicos, sin armas, sin apoyos logísticos de ninguna naturaleza, y sin que nadie hubiese pensado en prebendas, recompensas u optar a cargos y distinciones públicas como retribución a la lucha que se libró, así sea un granito de arena nuestra participación en el feliz desenlace, su resultado bien debe verse como milagroso, como obra quijotesca, pero por sobre cualquiera otra consideración es a la heroicidad de todo un pueblo, del cual formamos parte de manera activa, a la que se le deben otorgar los méritos por tan gran gesta libertaria.

Al comienzo de estas palabras, que quisieran tengan el efecto de un toque de diana llamando a despertar, hemos hablado del “espíritu del 23 de Enero de l.958”. Los espíritus no mueren y si acaso se adormecen, resurgen y despiertan cuando el país lo necesita. Actualmente vivimos un estado de necesidad y ante “un estado de necesidad” es obligatorio actuar. Tengamos la seguridad que Dios y los ciudadanos venezolanos sabremos como activar y cuál va a ser la solución constitucional, pacífica, civilizada, decente, para el rescate de la democracia plena, libre y soberana. VIVA VENEZUELA.

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