Alberto Nicolás Newman Briceño

Nov 21, 1936 – Jun 06, 2025

Artículos de opinión del distinguido Dr. Alberto Newman

En memoria de un hombre sabio, íntegro y comprometido con su país.

DIOS=HOMBRE=JUEZ

Publicado el March 07, 2011

“Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Cuando el hombre se parece más a Dios es cuando imparte justicia”. Hace muchos años pronunciamos estas frases como parte de las palabras que dijéramos para celebrar el Día del Abogado, en compañía del Dr. Homero Sánchez Berti -Presidente del Colegio -, de los colegas Edgar Quintero Romero, Román Humberto Zambrano y otros Directivos que junto con el suscrito habíamos construido, multiplicando el milagro de panes y peces, puesto que no teníamos un centavo, aquella primera sede del colegio en la Urb. Santa María, a la entrada de Mérida –hoy ocupada por APULA-, debiendo reconocer sí que Leopoldo Sucre Figarella, como Ministro de Obras Públicas, nos dio, como aporte inicial para la edificación, un montón de cabillas, porque tampoco el MOP tenía disponibilidad en efectivo; material éste que negociamos con la empresa Grespan, y así se empezó la sede que el día de las referidas palabras ya era una realidad. El haber transcurrido tantos años, más que suficientes para justificar olvidos de nombres y fechas, lejos de borrar la esencia de aquellas palabras, la enmarcan en la más enaltecedora comparación del deber ser del humano quehacer, que ante el valor justicia se eleva a alturas divinas y se hace acreedor del respeto y admiración de todos sus congéneres para que se tenga siempre al Poder Judicial como el más importante y en el que debe afirmarse el desenvolvimiento del Estado, sin que el deterioro de los otros Poderes puedan poner en peligro la existencia de la República.

El hecho anecdótico y las consideraciones personalísimas que hemos creído necesario traer a colación, sin otras pretensiones que no sean las de respetar y admirar el oficio de impartir justicia, se hacen presentes en este momento de dificultades y preocupaciones, por cuanto el “deterioro de los otros Poderes” ha llegado a tal extremo que, liderizado por ese afán de ser el único, el jefe del ejecutivo, y la sumisión de los otros: Legislativo, Electoral y Moral, el poder que debería ser la esperanza de la reinstitucionalidad, está dando muestras de la más abyecta postración , que hasta lo ha llevado a sesgar su autonomía e independencia para negar su majestad y preeminencia, y no ser más que un instrumento al servicio hegemónico de quien se considera y quiere ser eterno, como seguramente lo estuvieron pensando, hasta hace poco, los sátrapas del Medio Oriente. En relieve, Muamar Gadafi, que le ha hecho decir, lamentablemente, a nuestro Presidente: “desde esta distancia no voy a condenar a quien ha sido mi amigo desde hace mucho tiempo, yo no soy un cobarde”. Realmente que absolver a un criminal –lombrosiano- requiere de una valentía que solo un psiquiatra tal vez pueda entender. Por fortuna, o mejor por decencia, ya este personaje está siendo procesado por la Corte Penal Internacional.

La reseña nos satisface por la remembranza de vivencias gratas, pero nos duele tener q ue hacerla porque el país está herido, maltrecho por el comportamiento del Poder Judicial –reconociendo que la gran mayoría de los jueces mantienen en alto su conciencia, y serán ellos, quienes honrarán al gremio a la hora de comparecer al juicio inexorable de la historia. Por desgracia, la actuación de algunos jueces pone en duda su capacidad, más que en conocimientos jurídicos, en reservas morales, en grandeza humana, en “don divino”; pareciera que en sus mentes ni siquiera el elemental “in dubio pro reo” ha ocupado espacio alguno. Recordemos con pesar los casos de la Jueza, María Lourdes Afiuni; el del sindicalista, Rubén González, preso por protestar; los amañados juicios de los policías, comisarios; de Nixon Moreno; de la infinidad de presos que, con retados procesales y sin ser juzgados, lo que les espera en sus centros de reclusión es el envilecimiento y la muerte. Situación inconcebible, en donde la responsabilidad debe repartirse entre todos los Poderes Públicos; correspondiéndole al Judicial la mayor parte, pues es quien tiene en sus manos la vigencia del estado de derecho, la libertad y la paz.

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