DIOS DA PARA TODOS
Publicado el October 30, 2020
La lentitud o la prisa con que se siente en nuestro ánimo el transcurrir del tiempo, en este año 2020, tiene una connotación especial para los venezolanos, porque justamente cuando faltan solo dos meses para que expire, las penurias se acentúan y la ansiedad para que termine flota en nuestras mentes y en nuestros corazones con un hálito de esperanza que solo Dios podrá entender que ya es cuestión de ser o no ser. Sí, es existencial. Sí invoco a Dios es porque tengo el absoluto convencimiento que ya hemos hecho todo lo que nos corresponde. Que la maldad del régimen, Maduro y su grupo de militares y mercenarios, nacidos o no en este suelo privilegiado, se empeñe en mostrar ante el mundo sus fauces ensangrentadas, como si no les saciara el hartazgo que han practicado y dejado que otros por ellos convidados ayudaran a la ruina y empobrecimiento de todo el pueblo, hasta de los mismos que por inocencia o bajo engaño los han apoyado, ya no se le puede permitir que actúe impunemente. Creo que llegó el momento en que se agotó la paciencia. El hasta cuando tiene un límite y la espera clama ante Dios y el mundo. No podemos anclarnos en inmovilismos, en pasividad angustiante. Debemos transformar el quejido de la miseria, del padre y la madre desesperados porque no tienen para alimentar a sus hijos, que se están muriendo por desnutrición, como los viejitos en pareja que su pensión-limosna no les alcanza para alimentarse un solo día y se quedan inmóviles en sus catres para que los busquen por el olor mortecino de sus cadáveres. Transformar, repito, en grito aireado para denunciar el cinismo, la canallada, la sinvergüensura, de quienes desde Miraflores hasta los surtidores de gasolina, hacen artimañas para robar, saquear, llenarse sus bolsillos y panzas, con el mayor descaro, sin tapabocas. No les importa que la gentes se vaya, se consuma, se muera, como si fuerzas maléficas se hayan aposentado en Venezuela hasta verle el hueso a la intemperie. Perdóname, pero no quisiera que la navidad, que está próxima, se salpique de excrecencias de las que expele el régimen a manos llenas. Tampoco quiero mezclar estiércol con flores, pero compenso el lenguaje escatológico, que necesariamente hay que vaciar al denunciar las trapacerías del cuerpo usurpador, enalteciendo a nuestras mujeres, a su heroicidad del día a día, que como el “AVE MARIA, son todas llenas de Gracia”. En cada casa, en cada apartamento, en cada rancho, hay una madre, una mujer, haciendo milagros para mantener a sus hijos. No hay preso político que en la soledad de su encierro, no se abrigue en el recuerdo de la familia, de la madre, de la amante, de los hijos, de la mujer, de su compañera, de su amiga. Término con el optimismo de siempre. Recordando el compromiso para con la patria: participar y hacer de la consulta popular, prevista para el 05 y 12 de diciembre, el acto de solidaridad y amor a Venezuela como el de mayor proyección en el rescate de la Republica libre. Independiente, soberana. Me orgullezco rubricar con una frase-oración con que mi madre DOÑA TILA, al entregar o dar un pan, una hayaca, una comidita, un bocado de pobre, un trapito, una camisa, a quien por “el amor de Dios y necesidad lo pedía”, con su bonhomía y generosidad luminosa, decía: DIOS DA PARA TODOS.
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