DESAFIO A LA CIVILIDAD
Publicado el May 30, 2009
EL desfase que hay entre la realidad que nos toca vivir en Venezuela y el empeño de llevar adelante una revolución por parte del Presidente Chávez y su grupo no puede verse como un simple capricho personal y menos, mucho menos, como el cumplimiento de un mandato que tenga que ver con la Constitución y demás leyes de la República. Es decir, estamos en presencia de algo insólito. El gobierno no gobierna conforme al ordenamiento legal ni deja gobernar a quienes han resultado electos democráticamente para ejercerlo en jurisdicciones en donde sus candidatos, los de PSUV, perdieron. Agregaríamos, es tal el contrasentido del gobierno central en ir más allá en sus empeños, pues no solo desconoce abiertamente que más de la mitad de los venezolanos no están de acuerdo con este comportamiento, definitivamente orientado a enfrentar los mandatos legales, sino que habiéndose consultado al pueblo sobre si podía extralimitarse, inconstitucionalmente por supuesto, el 02 de diciembre del 2007 se pronunció, sin lugar a equívocos, en rechazar semejantes pretensiones. Se trata de un desafío a la civilidad, a la convivencia pacífica, al juego democrático, al republicanismo, al imperio de la ley, a la elemental sensatez, al sentido común. Para los chavistas el sentido común es el menos común de los sentidos.
Y por no tratarse de un capricho personal del Presidente, como hemos dicho, el enfoque debe ser mucho más amplio y profundo. Por nuestra parte, como simple ciudadano de este país, con el ruego de tolerárseme cualquier pretensión de vastedad y hondura, pues solo lo hacemos como deber de venezolanidad, consideramos que debemos adentrarnos en el análisis y ver que los motivos de preocupación, extensivo a todos los hombres y mujeres que quieren a esta tierra, vienen de lejos, en el tiempo y el espacio. Hay hechos y actos que así lo dicen. Vaya algunos: la juramentación de los militares en el Samán de Güere y el golpe de estado de los conjurados el 04 de febrero de 1992, repetido el 27 de noviembre del mismo año, fracasado para vergüenza personal e institucional afectación. Superficialidad y displicencia política del sobreseimiento a los responsables del cruento golpe. El desgaste y falta de actualización de los líderes y partidos políticos del estamento socio-económico de cuarenta años de democracia simplemente formal (respetando los grandes avances de la cultura democrática, convivencia pacífica y logros en infraestructura que se dieron en los gobiernos pos dictadura perejimenista). El olvido que al soberano había que educarlo. (Con el ruego por la inmodestia y sin que sea recordado por mí a manera de descargo, pues creo que es solo anecdótica la referencia, en el Senado de la República intentamos llevar adelante un pequeño proyecto de ley, desglosando el Art. 80 de la Constitución de la República de Venezuela de 1961, e inspirado en uno de los miles de los pensamientos del Libertador: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” que si en verdad no fue aprobado, contó con el apoyo de catorce parlamentarios de distintas corriente; es decir, se trataba de un instrumento legal pluralista y el cual se distinguió con el título: “Ley de Promoción de la Ciudadanía Venezolana” que, aunque tímido, ya fue un intento para llamar la atención sobre lo que se veía venir.)
Manteniéndonos en la línea de que lo que estamos viviendo no es particular, ni siquiera endógeno, el proyecto por el cual se lleva adelante esta tremenda confusión e irremisiblemente nos conducirá a un estado deplorable de pobreza generalizada –recuérdese que un país empobrecido no protesta, tiende la mano-, debemos resaltar que el origen fundamental de este llamado “Socialismo del Siglo XXI” no es más que el fracasado y derrotado régimen Castro-comunismo”. Fracasado, porque en Cuba, desde que se proclamó el marxismo-leninismo como la ideología en que se fundaba la revolución, hace cerca de cincuenta años, el pueblo de la hermosa isla se sumió en la miseria, sin que sus líderes tengan el valor de reconocerlo como sucedió en la URSS, en la Europa del Este o China. Y derrotado, porque en la década del sesenta, los gobiernos democráticos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera, infringieron a las invasiones planificadas, organizadas y financiadas por Fidel en persona, las de Falcón y Machurucuto, aplastantes derrotas. Lamentablemente a los osados e ilusos jóvenes, cubanos y venezolanos, se les quebró la esperanza, inmolándose en vida por la acción tiranicida de dejarse seducir por la hipnosis perversa de Fidel Castro, el líder continental y tal vez mundial, con más agallas megalómanas.
La referencia que inevitable y con dolor nos toca hacer por trágica y porque aún se le quiere manejar como instrumentación para conquistar el poder y mantenerse en su dominio a perpetuidad, tiene especial importancia para Venezuela y Latinoamérica en los actuales momentos. Cincuenta años es un periodo de tiempo demasiado largo para que, apreciando las actuaciones de los cubanos revolucionarios, aún cuando se haga con lente de benevolencia, que no de respeto a su libre determinación porque la violación de este principio fue y es el modus operandi más característico de Fidel en su obsesión de apoderarse de los países subdesarrollados, nos obliga a cerrar con una conclusión terminante. El Castro-comunismo es el ejemplo más absurdo, perverso, inhumano y contrario a la inteligencia perfectible de cualquier nación; es sencillamente, un desafío a la civilidad.
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