DEFINITIVAMENTE, A LOS PRODUCTORES NO NOS QUIERE
Publicado el June 08, 2011
No hago más que recoger expresiones, comunes en la tertulia, en la plática, en las charlas y conversaciones que se dan en torno a un café, en el taller donde se repara el vehículo, en la bodega, en el mercado, centro comercial, en la cola de los bancos, en las aulas, en los pasillos de los centros de estudio, de salud, en las salas velatorias, en cualquier sitio de encuentro de gente, frecuentados para ir a cumplir obligaciones o adquirir más de las que se tienen, caracterizándose porque el saludo de entrada deviene en interlocución sobre el estado de la salud personal, lo caro que están las medicinas, la escases de repuestos, las vueltas que hay que dar para conseguir algunos alimentos. Escuchar frases como: -es el estrés que vivimos; -esto no puede ser; -nunca hemos estado tan mal; -en mi casa o en mi familia hay tantos sin trabajo; -el sueldo o la pensioncita no alcanza para nada. O algunas más atrevidas, como: -sí reconocerá la derrota? -de que pierde, pierde, pero hay trampas, el CNE no es de confiar, quién sabe; pero ¡Vamos a votar! En el lenguaje coloquial se intercalan interjecciones, algunas de tono muy subido que fuera de contexto resultarían soeces, pero que deslastradas del “animus ofendendi” justifican la indignación de quien las pronuncia. Otras, no son más que estallidos para abrir las presiones que todos sentimos y pesan. Vaya un solo ejemplo (muy español, por cierto) ¡Coño! Hasta cuándo.
Lo que quiero significar, con lo antes dicho, es que en la calle, en la plaza, en la esquina, en todas partes que congregue a ciudadanos, se palpa, se le toma el pulso a la precariedad del desarrollo del país, su errática conducción, la locura de querer ser el centro revolucionario del mundo, con la misma base filosófica política: socialismo, marxismo, comunismo, en teoría y práctica totalmente fracasada. Los estertores que vive, o mejor sufre Cuba, reafirma con inmensa cuota de sacrificio, la alienación de querer trasplantarla a nuestro suelo.
Cuando falta año y medio para que se le venza el periodo constitucional al régimen de Chávez, y que al hacerle el balance no se le puede separar los once años en que se ha desempañado, con evidente saldo negativo, inauditable, las pretensiones de continuidad deben verse con mucha preocupación. Además de ser un atentado a la norma constitucional originaria –art. 230- el que pueda reelegirse después de 12 años, dos periodos seguidos, es manipulación electorera, que desconoce también el pronunciamiento de la soberanía popular del 02-12-2007 y la prohibición de hacer un segunda consulta en un mismo periodo; disposición que para nada se toma en cuenta en la consulta del 2009. Esto último es materia de análisis más profundo, que posiblemente no está en mí hacerlo, menos, en el convencimiento que la institucionalidad del país, sus poderes públicos, no están a la altura de una providencia o sentencia respetable.
El diálogo del día a día da lugar al intercambio de lo que piensan los ciudadanos, en su mayoría, alimentado también por lo que a diario se le ocurre el Sr. Presidente y que, en el caso de Mérida, da título a esta entrega. Corroborado por el anuncio del Sr. Gobernador -FRONTERA: 07-06-2011 pag. 3A- de la “llegada, como modelo de ensayo, de casas del Gobierno Uruguayo para ser incorporadas al plan de atención a los refugiados”. “Chávez asignó vivienda uruguayas para Mérida”. Anuncio que nos hace pensar sí nuestros constructores, ingenieros, maestros de obra, albañiles, y trabajadores del ramo –que los hay y muy buenos- no podrán hacer estas viviendas. O es que ¿son mochos?. Dice también el Sr. Gobernador que “trabajan sobre la base de un grupo de losas que están vaciadas y que estaban previstas para petrocasas (¿fracaso también anunciado?). Todo lo cual basta para que como simple ciudadano que quiere a Venezuela y particularmente a Mérida, y que pide a Dios para que sí se hagan las casas y muchas más, se vea en la obligación de consignar individual protesta, pero que sabe representa a todo un colectivo, ante el desprecio y malquerencia por lo nuestro, por nuestros empresarios, nuestros trabajadores. Acaso nos podemos olvidar del ensañamiento que ha habido con los empresarios finqueros del Sur del Lago. La confiscación de sus predios no es acto que enaltece a nadie, ni como gobernantes, ni como revolucionarios, ni como hombres. Generalizada la observación, teniendo el derecho a pensar que todo forma parte de una estrategia para empobrecer a la nación -la altísima inflación y el desmesurado endeudamiento es parte de élla-; pueblo pobre no protesta, tiende la mano menesterosa, concluimos con una de las muchas frases con que el colectivo soberano expresa su indignación: DEFINITIVAMENTE, A LOS PRODUCTORES NO NOS QUIERE.
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