DE LA MANO DE DIOS
Publicado el October 27, 2010
Para dar continuidad a estos artículos de opinión confieso que emergentes trastornos de salud, con la consiguiente diligente intervención del médico cirujano, Doctor Concho, a quien le agradezco públicamente que sus conocimientos, capacidad y destreza, en mí hayan dado una evidencia más y al que muy humildemente le quiero retribuir tan grande favor invocando a Dios para que generosamente proteja sus manos, corazón y mente, en esa obra cuotidiana de hacer el bien, que ya es larga y meritoria, por muchísimos años más; extensivo a todo el personal médico, de enfermería, auxiliares y trabajadores en general del Centro Clínico “Dr. Ríos” de la Ciudad de Mérida. ¡Que Dios se lo pague¡
Claro está que si el agradecimiento lo hago público por una motivación personal, que compromete también los afectos de toda mi familia, con mayor razón debo hacerlo ante un acto de trascendencia nacional, porque el bien particular que tiene una feliz coincidencia con el bien que le ha acontecido a toda la nación, precisamente cuando el dolor individual se ve compensado con creces ante la manifestación desbordada de la ciudadanía al protagonizar un acto histórico –las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre- para decirle al mundo que aún en las peores circunstancias, ante las más descaradas violaciones a la Constitución y las Leyes, con el mayor abuso del Presidente y otros jerarcas del régimen, puesta en marcha una descomunal trampa y la más impúdica, corrupta y desvergonzada actuación del Poder Electoral, en cuyo entorno pululan la mediocridad y el mercenariato, con todo ese ventajismo insultante, el pueblo democrático y pacífico impuso mayoritariamente su soberanía.
Las elecciones parlamentarias tienen un inmenso significado y como tal son una lección inconmensurable para todos. A nadie le puede quedar duda sobre el triunfo de la democracia y la prospección sobre el futuro desenvolvimiento del acontecer político en libertad, con definida e irreversible tendencia hacia el rescate institucional. El triunfo debe ser visto con la mayor amplitud para que ante un vasto panorama quepan holgadamente la autocrítica sobre los errores y fallas que le han podido mermar mayor contundencia, sean estímulo al fortalecimiento de la unidad y aseguren desde ya la derrota del autocratismo, con mayor participación del electorado, reduciendo al máximo el indiferentismo y la cómoda e irresponsable abstención que para su desprecio el común las apoda de “NI NI”. Amplio y profundo el análisis para derivar experiencias y conclusiones que nos den la mayor firmeza en el reclamo de las violaciones a las normas, los abusos en los ventajismos, el fraude encubierto, el peculado de uso y la corrupción de cielo abierto, querellándose de ser necesario contra todos los que actúan impunemente para hacer méritos con la banda, congraciarse con el jefe, y llenarse las alforjas con dinero y bienes del erario público. Interpretar el envalentonamiento pos-electoral del régimen con las medidas para arreciar su radicalismo, las expropiaciones de tierras y empresas productivas (Dios quiera que se le activen las pocas neuronas sanas para que no se metan con la POLAR, porque las consecuencias serían desbastadoras para toda la nación), esas mismas medidas que se le ocurren, cuando entra en trance delirante de sentirse Atila y ordena a las FAN y otros cuerpos de choque de ocupar sus propio país, acosando a las universidades, y disfrutando como las masas se postran y tienden la mano para el mendrugo que ordena el “nuevo benemérito”, sin darse cuenta que son torpes manifestaciones de la insensata tozudez con que se quiere implantar el Socialismo del S. XXI, que hasta la saciedad ha demostrado ser un soberano fracaso.
Pero volviendo a las expresiones de agradecimiento, motivo de este brevísimo ensayo, quisiéramos enfatizar en el renovado optimismo, ahora en mayor grado por lo que personalmente y como ciudadano nos ha ocurrido y en la República de Venezuela ha tenido lugar como hecho histórico, nos compromete y enaltece a todos en esa lucha perseverante que de “la Mano de Dios” llevaremos adelante para implantar, con la prisa que la gravedad del momento requiere, la convivencia civilizada, la libertad, la democracia y la paz.
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