Alberto Nicolás Newman Briceño†

ARMAS, INSTRUMENTOS DE MUERTE

Publicado el April 18, 2010

Mahatma Gandhi, es uno de los grandes hombres que han proyectado su inconmensurable personalidad a nivel mundial, pregonando y practicando el bien mediante el pacifismo activo. Su sabiduría y santidad es de tal magnitud que no habrá persona e institución que le desconozca su talento, su aporte a la liberación del dominio del planeta por la agresividad de naciones prepotentes, imperialistas, y el haber instaurado una estrategia, una filosofía y método de lucha para encausar la acción y organización de las masas, del pueblo, no solo para actuar con fines políticos, sino en todos los órdenes. Su mayor obra, la independencia de la India, de todo un continente, tiene que ser vista como el Renacimiento, como el Descubrimiento de América, como la Invención de la Energía Eléctrica, de la Radio Transmisión, de la computadora, del genoma humano; es decir, de los grandes acontecimientos que no admiten vuelta atrás, que son históricamente transcendentes. Su lección es una condena a las armas, al armamentismo como indefectible paso previo a la violencia, a la guerra.

El genio de Mahatma Gandhi, lamentablemente todavía no ha sido asimilado por todas la naciones del mundo y, por desgracia, son los países pobres, pequeños, los que menos han entendido la grandeza de su lección, de su mensaje, que lleva implícito deslastrarse de la ignorancia, de falsos íconos patrioteros, de caudillos soberbios, militaristas, que aún se creen únicos, que hablan de soberanía para justificar opresiones. También los grandes países expresamente desconocen la genialidad de Gandhi porque son productores de armas, y así hagan cumbres para tratar el problema –contra el armamentismo nuclear, por ejemplo- tienen siempre a la guerra como instancia perversa para amenazar y de hecho dirimir conflictos. Aquellos, los paisitos, son los mejores clientes de estos últimos, porque también tienen “perros de la guerra” metidos en el negocio y con el mayor descaro les quitan el pan de la boca a sus conciudadanos para comprar las armas; por supuesto, pagadas en dólares, así sea Rusia la contraparte. Recientemente el Sr. Putin se jactó de haberle vendido a Venezuela una remesa de 5.000.000. de dólares USA, equivalente al cambio oficial ($ 4.30) a una cifra cercana a doscientos quince mil millones de Bolívares (F). Agréguele tres ceros y no solo reventará su calculadora sino también su indignación.

Por favor, permítaseme drenar mi preocupación con solo dos preguntas: ¿Qué sentido tiene que nos estemos metiendo en una carrera armamentista descomunal y que se llegue a decir que se dará un arma –un fusil- a cada uno de los venezolanos? Está demostrado que mientras tenemos más armas mayor es la criminalidad -somos el país más violento de América Latina; el índice con que se mide se establece sobre la base del número de homicidios por cada cien mil habitantes, ya llegamos a cincuenta y dos- y es por lo que deben intensificarse los mayores y más eficaces operativos para sustraérselas de las manos del común, práctica que ha sido muy exitosa en otras naciones. En este baño de sangre a quienes más se sacrifican es a nuestros jóvenes, independientemente de que hayan tomado caminos equivocados. Otra: ¿Podrá bullir en la mente de quienes nos gobiernan la posibilidad de utilizar algún día tantas armas, por qué causa y contra quien se apuntarán y hasta llegar a la locura de dispararlas? Me resisto a creer tanta insensatez, pero les confieso que tengo miedo en que se desaten los demonios y aquí, bajo presiones de influencias del terrorismo internacional, se cometan diabluras que habremos de lamentar eternamente, como el deseo de mantenerse en el poder del actual régimen.

No puedo concluir sin antes expresar mi indignación, que seguramente la tienen la gran mayoría de los venezolanos y la de millones de amigos que tenemos en todo el mundo, por esa puesta en práctica, actualizar, mejor dicho, sacándola de los negros archivos del nazismo hitleriano, del comunismo estaliniano, del fascismo mussoliniano, del peronismo decrépito, del castro comunismo agónico, de esa monstruosa ocurrencia de utilizar a jóvenes estudiantes, niños adolecentes, y llegar al paroxismo de la ignorancia e irresponsabilidad, al agruparlos, como si fueran creaturas a las que se debe despersonalizar, en ese cuerpo de choque: las guerrillas comunicacionales. El pueblo venezolano y el mundo civilizado castigarán tan torpe osadía. DIOS LOS PERDONE.