ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL 26 DE SEPTIEMBRE
Publicado el November 05, 2010
No siempre el resultado de un proceso electoral puede apreciarse en el escrutinio de los votos sufragados si para su realización de antemano se evidenciaron intereses que fácilmente predecían como se iban a manejar las cifras, según favorecieran a un determinado sector de los que intervinieren en la contienda, más por truculencias que por su intrínseca legitimidad. En el caso de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre este enfoque nos pone al descubierto una cantera inagotable de aspectos que invitan a serias reflexiones, tanto en lo que respecta a su preparación, cuando el ventajismo descarado del régimen instrumenta todo lo que le podía favorecer, violando la Constitución y normas de la ley del sufragio público específicas, como por ejemplo la representación proporcional y el acomodo de los circuitos o circunscripciones para ir sobre seguros en aquellos en donde ya se conocía la marcada tendencia del elector, agrupando espacios territoriales, municipios, sin el menor sentido de promoción, facilidad o lógica ejercitación de la representatividad del candidato que resultara con mayoría ganadora. Nuestro Estado Mérida es fecundo en estas fechorías: el Páramo con La Azulita y la Panamericana, Ejido con los Pueblos de Sur, Lagunillas y Bailadores, Tovar con Santa Cruz, Zea y El Vigía. En otras jurisdicciones fue más grotesco, pues hasta se da el caso de regiones en donde el número de electores es mayor que el de sus habitantes. Tanto en el previo –repito- como en el antes y en el después, lo observado es un cúmulo de incongruencias y vivezas, cohonestadas y hasta propiciadas por el CNE y el Gobierno Central que asombran la decencia, pero por fortuna nadie en su sano juicio se las traga y así se les repudia, nacional e internacionalmente; vaya un reconocimiento a los observadores que vinieron de otras latitudes, particularmente a los diputados españoles.
Insisto en que son muchísimos los aspectos que debemos ver y analizar con miras a sacar algunas conclusiones como insumos para continuar la lucha que ahora más que nunca se impone, sin tregua ni desmayo, porque si hemos sido capaces de ganar, avanzando hacia el rescate institucional, a pesar de las trácalas y ventajismos, es por lo que debemos tener por base como primera reflexión la perseverancia en el empeño, ahora con la absoluta convicción de tener un pueblo nutrido en el ejercicio de la civilidad y la democracia, en la convivencia civilizada, que mayoritariamente no se deja confundir por falsas prédicas y redentoras promesas de líderes auto endiosados, sociópatas-narcisistas, según el diagnostico del Doctor Franzel Delgado Sénior, psiquiatra, profesor universitario. Que con la unidad de los partidos políticos, de formación y vocación democrática, organizaciones y corrientes sociales de bienestar colectivo, de mejoramiento en salud, educación, vivienda, seguridad, (ONG), unificados en el propósito y en la acción de reconstruir el país, de rescatar su institucionalidad y la vigencia plena del estado de derecho, sin exclusiones, con respeto a la propiedad privada, a las libertades y derechos humanos, con oportunidades para todos, con firmeza y decisión en erradicar la marginalidad y la pobreza, el trabajo organizativo y las acciones a seguir, encabezadas por la Mesa de la Unidad, fortalecida y plenamente vigente, debe abrirse a mayores adhesiones, con generosa disposición al diálogo, entendido como el convencimiento que Venezuela nos duele a todos y que ante los desmanes que por obra de ambiciones personalistas, de militarismos autócratas obsoletos, de no querer entender que el Socialismo del S.XXI no es más que un ardid del que se agarró un grupo izquierdistoides que se llena la boca llamándose revolucionarios, se visten de “rojo rojito” y se sacuden las manos aplaudiendo al que pontifica después de haberlas metido hasta las axilas en los bienes y dineros del erario público. El Presidente los identifica, ellos lo saben y saben también que el pueblo de sobra los conoce.
Pero no sigamos desviándonos del propósito inicial de este artículo, que de podredumbre estamos hartos. La actitud debe ser definida y decidida, como en efecto lo fue el 26 de septiembre. El pueblo de Venezuela demostró estar irrestrictamente dispuesto a rescatar la institucionalidad, constitucionalmente democrática, y lo que hizo en esta luminosa consulta electoral a su voluntad soberana, debe elogiarse diccionando a Bolívar, cuya expresión no por repetida deja de ser oportunamente aleccionadora: “lo que hemos hecho no es más que el preludio de lo que podemos hacer”.
← Volver al índice